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Corrupción, ¿dónde empieza?

De nosotros depende poner un alto e ir construyendo un México que no se deje corromper para poder castigar la corrupción y ser más seguro, apunta Jimena Cándano.
mar 08 septiembre 2020 12:00 PM

(Expansión) – Desde hace varios años la corrupción es un tema que nos preocupa a todas y todos, en los últimos meses hemos sido testigos de grandes escándalos de este fenómeno. El tema está en nuestras bocas porque sinceramente nos indigna, con justa razón.

Sin embargo, cuando hablamos de corrupción por lo general, nos remitimos a la clase política, la policía, empresarios, la burocracia, en fin, siempre en el de enfrente, pero pocas veces pensamos en cómo contribuimos en el día a día a que permanezca en nuestras vidas, poco reparamos en la corresponsabilidad que tenemos y las acciones que llevamos a cabo para que se perpetúe.

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Sin duda es indignante ver a políticos que se hacen ricos comprando medicamentos de menor calidad, incluso dando suero en lugar del medicamento. Nos lastima como sociedad ver que llenan maletines de dinero a cambio del voto por una ley, bolsas para solventar campañas políticas. Dinero a policías o jueces para que presuntos culpables salgan libres.

Da igual si lo llamamos cooperaciones, estímulos, aceitar la maquinaria o mordidas, las palabras o los montos no cambian la realidad, es corrupción pura y dura, pero no, el fin jamás justificará los medios porque estos actos nos hieren como sociedad, además vulneran el Estado de Derecho, independientemente si comulgamos con las causas o no.

Independientemente de estos hechos que han llenado los titulares en las últimas semanas, existen actos de corrupción que a veces pareciera que tenemos normalizados y justificados.

Desde el que le vende jeringas al gobierno a sobreprecio, hasta el que contrata a un plomero para que modifique su medidor del gas, pasando por el que se cuelga del diablito, usa el internet del vecino sin permiso o le da una lana al poli porque lo pararon. Todas estas acciones son igual de dañinas que las de los políticos con sumas millonarias.

Siempre es más fácil señalar a los otros que ser honestos sobre lo que hacemos y el daño que generamos con nuestras conductas, porque probablemente de manera individual no podemos evitar esos grandes actos de corrupción, pero sí recaen en cada uno esos pequeños actos que eventualmente permiten que se lleven a cabo los grandes.

¿Tú das mordida cuando te para un policía? O ¿asumes tu error y decides pagar la multa, ir al corralón o la consecuencia correspondiente a la infracción que cometiste? Respóndete con sinceridad.

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"Me voy a poner un tapabocas cuando no haya corrupción" | #EnSegundos

Cuando vas a realizar un trámite burocrático ¿sigues los pasos establecidos, aunque te tome más tiempo? O ¿buscas la forma de que sea más rápido, ofreciendo dinero?; si tienes un negocio ¿declaras ante el IMSS los sueldos correctos de tus empleados o mientes para ahorrarte dinero?; ¿tienes un diablito o un sistema para pagar menos luz?

Cada pequeña acción que llevamos a cabo en nuestro día a día hace la diferencia, si todas y todos estuviéramos dispuestos a decir NO a todos los “pequeños” actos de corrupción, podríamos poco a poco terminar con ella.

Definitivamente no es fácil, y seguramente será más “incómodo” que simplemente dar dinero, pero detengámonos a pensar que esas acciones son las que han generado un país inseguro, injusto e inequitativo. Sí, me refiero a lo que tú das para el “chesco”, todo eso ha hecho que hoy vivamos en un país con alta impunidad, sin cultura de legalidad, con miedo de salir a la calle.

Sí, también los políticos corruptos lo han permitido, pero ellos también empezaron dando o recibiendo 20 pesos y escalaron hasta hacerlo por millones. De nosotros depende poner un alto e ir construyendo un México que no se deje corromper para poder castigar la corrupción y ser más seguro.

¿Estás dispuesto a trabajar por un mejor país?

Nota del editor: Jimena Cándano estudió la licenciatura de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo el grado de Maestría en Administración Pública con enfoque en Desarrollo Comunitario y Transformación Social en la Universidad de Nueva York. Actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra. Síguela en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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