La tecnología como vacuna a la crisis por Covid-19 | #CómoReactivarMéxico
En México, la proporción de depósitos bancarios a PIB es de solo 31%. En Chile, por ejemplo, es 51%. En España, 97%, y en Brasil, 62%.
En otras palabras, el sistema bancario mexicano es pequeño.
Una baja tasa de dinero (depósitos o cualquier agregado monetario) a PIB implica, entre otras cosas, un bajo desarrollo del sistema financiero local. Y más aún, una alta productividad del dinero- crédito en términos del producto. Es decir, puede esperarse que cada peso prestado conlleve efectos positivos y crecientes en la economía. Aquí está la trampa del modelo de crecimiento mexicano. El crédito está muy rivalizado y es escaso.
Si hay un bajo desarrollo del crédito, simplemente, la disponibilidad de recursos y de fondos prestables es limitada. Por lo que, las transacciones de la economía deben depender del circulante en existencia y de una mayor competencia en el poco crédito disponible.
OPINIÓN: ¿Son las remesas el salvavidas para la economía en 2020?
Cuando se piensa en los modelos de crecimiento anclados en la inversión, no se han puesto a pensar las grandes brechas que hay entre la disponibilidad de recursos entre países.
El país no cuenta con los recursos monetarios requeridos del sistema crediticio. Y eso, que nuestro país es una economía satélite de Estados Unidos. Cuando hay una economía principal y una satélite, no solo los fundamentales macroeconómicos, sino también las variables financieras deben de ser cuando menos congruentes. Tenemos el ejemplo de China y Hong Kong, donde la segunda es una economía anexa a la primera, y ambas juegan como tal en el ámbito financiero.
México requiere una reforma financiera
La banca se encuentra hoy en el ojo del huracán derivado de su posicionamiento en torno a la pandemia y a los riesgos que enfrenta con su cartera de créditos, y el no sacrificio de sus utilidades.