Otra de las estrategias clave es fortalecer los escenarios mediante una planeación fundamentada en los factores predominantes; esto significa seguir una lógica de planeación a fin de vincular más estrechamente los resultados financieros con los factores económicos y organizacionales.
En un entorno en el que priva la volatilidad y no hay antecedentes de una crisis similar, los planes basados en factores aportan objetividad; los resultados históricos ya no son un indicador confiable del desempeño a futuro en la economía volátil actual.
Respecto a los ciclos de revisión “en fases”, éstos permiten ajustar el enfoque a partir del entorno que cambia constantemente. De este modo, las organizaciones se concentrarán en sesiones de evaluación dedicadas a una meta específica, considerando el entorno operativo actual, como puede ser un cambio de la rentabilidad a la liquidez o la gestión de gastos de corto plazo. Asimismo, pueden establecer conversaciones específicas que se necesitan para actuar de una manera más analítica, algo que es muy necesario hoy.
Por último, otra estrategia radica en enfocarse en las actividades que van a añadir valor. La actual coyuntura abre una oportunidad para que las empresas y los CFOs evalúen qué actividades realmente van a agregar valor, como parte de un proceso de planeación constante, a fin de acelerar y redireccionar los esfuerzos que se dedicaban al proceso de planeación financiera para desarrollar un enfoque más ágil que sea altamente útil en 2021 y los años por venir.
Sin duda, serán acciones que los CFOs llevarán a cabo no solo en el último trimestre sino a lo largo del 2021, afrontando alta volatilidad e incertidumbre, pero aplicando su amplia experiencia y las lecciones aprendidas en los últimos seis meses.
Nota del editor: Francisco Silva, Socio de Strategy, Performance & Operations en Consultoría, Deloitte México. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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