A veces, ante circunstancias adversas, tus miedos te paralizan y te convencen de que, o eres culpable de lo que te pasa, o eres una víctima y por lo tanto no estás dispuesto a poner nada de tu parte.
La vida no es buena o mala, la vida es. Estar enojado en la queja eterna porque tuviste que cambiar tu estilo de vida te quita energía y te desenfoca.
Necesitas hacer cambios que te permitan adaptarte al alza de precios y ¿por qué no? puede ser una oportunidad para relacionarte mejor con el dinero.
Dicen que es más rico el que menos necesita, y esta etapa podría ser la ocasión para que tú y tu familia aprendan a vivir con menos.
Si como familia eligen que esa sea la meta, en estos meses deberán elevar su fortaleza de autorregulación para administrar mejor su presupuesto. Quizá antes no sabían ni en qué gastaban y ahora están más conscientes porque establecieron un objetivo.
Si tienes hijos es importante involucrarlos y comunicar este cambio. Si los tenías acostumbrados a la excesiva abundancia probablemente ya estabas padeciendo sus bajos niveles de apreciación y esfuerzo. Así que esta situación es una buena oportunidad para generar en ellos conciencia y solidaridad.
Un amigo me compartió que dejó de llevar su camioneta al autolavado y ahora son sus hijas adolescentes quienes se encargan de lavarla. Esto derivó en que ahora son más cuidadosas de no ensuciar su interior y se sienten orgullosas de que están contribuyendo a cuidar el gasto familiar con pequeñas acciones que suman al objetivo.
Y con este cambio hay una buena noticia: el logro de metas genera felicidad. Así que mira cómo aún en escenarios adversos puedes hacer cosas que te generen bienestar.