A un año de distancia, la situación no solo no mejoró, ha empeorado de forma drástica. La pandemia y la respuesta del gobierno federal ha causado múltiples criticas en todos los sectores de la sociedad.
La crisis económica que enfrentamos no tiene precedente, las medidas contra cíclicas que se necesitan y que la mayoría de los gobiernos del mundo han adoptado, aquí no se dieron.
El gobierno argumenta que la capacidad de endeudamiento es muy baja, la relación de la deuda contra el Producto Interno Bruto (PIB) va a pasar del 48% en el 2019 a aproximadamente el 60% en el 2020, pero se debe principalmente a que el tamaño de la economía es menor.
Con un acuerdo nacional se podría utilizar la línea de 65,000 millones de dólares que tiene México con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para promover la inversión y generación de empleo, y llevar a cabo una reforma fiscal de fondo que cuente con el compromiso de todos los sectores, que se lleve a cabo después de las elecciones del 2021, y que permita el generar los recursos para el pago de esa deuda vía los impuestos de las empresas y las personas, del crecimiento de la economía que genera consumo y con éste, mayores ingresos al gobierno.
La única forma de salir de esta crisis es con inversión productiva, la que genera empleos, la que ayuda a fortalecer las comunidades.
El gobierno y la iniciativa privada han anunciado progamas de inversión que no se han hecho realidad; la actitud y acciones del presidente no han generado confianza a la inversión, sino todo lo contrario, desconfianza.
No es la primera vez que la iniciativa privada se enfrenta a un gobierno adverso a las empresas, a la inversión privada. En sexenios anteriores, como el del presidente Luis Echeverría, se llegó a un punto de total rompimiento con el gobierno por sus políticas y ataques a los empresarios, donde el punto de quiebre fue el secuestro y asesinato del gran empresario Eugenio Garza Sada en 1973; en menor medida, pero también adversa, a finales del gobierno del presidente José López Portillo, que llegó a la nacionalización de los bancos.
En ambas ocasiones, a pesar de estos hechos, los empresarios sacaron la casta, se unieron y encontraron formas de invertir en México, de hacer contrapesos a la actitud del gobierno, de continuar con la generación de empleos y su apuesta dio frutos.
Recientemente, los empresarios regiomontanos lanzaron un programa para activar la inversión y desarrollo de las empresas en Nuevo León, los empresarios de Monterrey siempre se han distinguido por su unidad y compromiso con su estado y con el país.