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Sin intimidad y con más impuestos…

Estamos en una realidad inmersa en la tecnología, en la que se debe cuidar al usuario, no violentar su privacidad e intimidad para coaccionar el pago de impuestos, apunta Carlos Ramírez Castañeda.
mié 28 octubre 2020 11:58 PM

(Expansión) – Vaya paradoja y contradicción, justo cuando una gran parte de la población mexicana ha migrado a labores de teletrabajo o mal llamado home office, otros más están descubriendo obligadamente a la educación en línea; varios quedándose en casa, utilizando internet, empleando a las TIC como herramientas cotidianas necesarias para la comunicación, esparcimiento o desarrollo. Es entonces cuando las autoridades legislativas en la toma de decisiones miran con ojos de oportunismo y control al usuario mexicano.

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Pareciera que existe una carencia de raciocinio o incluso de empatía, muchos usuarios pagamos por un servicio de internet por necesidad, lo cual a las respectivas autoridades no les cuesta ni razonan lo que involucra un internet con mayor libertad y sin aumento tarifario. Ahora bien, ante la digitalización obligada muchas de las familias que se sobre ajustan el cinturón para dar accesibilidad tecnológica a sus hijos o ellos mismos como padres continuar sus trabajos a distancia, hacen que por mínimo que sea el aumento de servicios por temas de inflación del espectro, se resienta en el bolsillo de la ya golpeada economía mexicana.

A pesar de que hay pronunciamientos vanos del ente pertinente en materia de telecomunicaciones, bien sabemos que la estrategia mediática es calmar a la audiencia después de las malas decisiones que toma la bancada en turno, con ello refutar el aumento de tarifas que seguramente se avecinan paulatinamente para los servicios de telecomunicaciones; es posible que varios reciban algún bono por lograr esto, a raíz de sangrar al usuario mexicano.

La neutralidad en la red se mira violentada una vez más, y si esto se concreta, no solamente hablaríamos de que la economía del usuario lo resentirá, si no también su libre navegación; invito a la reflexión y a razonar más allá de sus teléfonos más costosos de última generación a diputados y senadores, los usuarios mexicanos no meceren más daños digitales colaterales.

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Otro de los temas que va relacionado con esta toma de decisiones nefasta versa en el escenario de vigilancia completamente intrusiva con la finalidad de recaudación de impuestos. Si bien consideran que la tecnología es una parte fundamental para el mejor ejercicio de las atribuciones concedidas a la autoridad fiscal (así lo indican) es un escenario de control el hecho de poder facultar a una persona para realizar el tomado de material multimedia fotos/videos del inmueble, de persona identificada, muy por encima de una vigilancia directa.

No se tienen lineamientos de seguridad y peor aún de ciberseguridad, lo cual abrirá muchas brechas en dos sentidos, el oportunismo de la delincuencia convencional para buscar ingresar a los domicilios y el de la perspectiva digital, donde la extracción de datos personales y un mal uso sin los controles adecuados violentará al usuario, en este caso, al contribuyente en la comodidad de su hogar.

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Como usuario, ciudadano y contribuyente molesto, hablo sobre la exigencia de canalizar la parte tributaria para los sectores de salud, de innovación en ciencia y tecnología, no para cumplir el capricho de la cabeza rectora que busca un estadio nuevo para el “beis”. Intento entender el retroceso y recurrir a energías como el carbón, pero no estamos en el México de hace 30-40 años, estamos en una realidad inmersa en la tecnología, en la cual se debe cuidar al usuario en todo sentido, no violentar su privacidad e intimidad para coaccionar el pago de impuestos.

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Están a tiempo de reflexionar, de ponerse en los zapatos del mexicano promedio, de saber que las carencias y el vivir al día a cuestas de una realidad digitalizada que muchos desconocen puede resultar contraproducente a largo plazo.

Se trata de apoyar a la ciudadanía, de tener empatía, no de buscar el beneficio propio.

Nota del editor: Carlos Ramírez Castañeda es especialista y apasionado por el Derecho Informático, particularmente en ramas de Ciberseguridad, Cibercriminalidad y Ciberterrorismo. Tiene un Máster en Derecho de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicaciones de Santiago de Compostela España, Doctor en Administración y Políticas Públicas de México. Es colaborador de diversas instituciones académicas y gubernamentales, profesional siempre interesado en temas de ciberprevención particularmente con sectores vulnerables. Síguelo en Twitter como @Ciberagente . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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