Y así como lo indica el título de esta opinión, fue el texto explícito que me llevó a investigar uno de los sucesos que se ha normalizado dentro de las redes sociales, el adoctrinamiento del miedo.
Es cierto que existe una realidad caótica en la cual el aumento de feminicidio, violaciones, acoso, y delitos en donde su mayor índice son las mujeres como blanco predilecto de la delincuencia, deja en claro que hay un problema mayor, y los factores digitales juegan hoy en día un papel clave.
El infundir miedo en redes sociales puede servir como una estrategia de control, en la cual, el público usuario con menor conocimiento digital se moverá por lo que dicta la parte sentimental de la supuesta solidaridad con lo que acontece y considera es algo negativo, por lo anterior comparte sin pensar o indagar si fueron perfiles reales, si no es parte de una cadena, simplemente replica el contenido. Esto puede ser contraproducente, pues podemos analizarlo desde dos ópticas distintas:
a. Es una publicación cadena adaptada al contexto actual, lo cual está generando reacciones y crecimiento de un perfil falso que busca posicionamiento, muy usual el oportunismo digital.
b. En el caso que fuera una evidencia real tomada de un testimonio comprobado, se está dejando en claro un posicionamiento clave al ser difundido públicamente el contenido, lo que dejaría sin efectos a esa labor de prevención hacia los cercanos.
OPINIÓN: Ataques de hackers o el elemento humano, ¿dónde debemos enfocarnos?
Para lidiar con una realidad donde el piso se tiñe de sangre a cada instante, el punto primordial versa en crear un sentido común para que el usuario no caiga como primer medida en la paranoia por todos los contenidos difundidos por redes sociales, romper esa doctrina del miedo es uno de los nuevos retos para los usuarios de redes sociales.
Compartir algo que creemos que está bien solo por sentimentalismo puede tener un efecto negativo si no se indaga objetivamente en el contenido, en el trasfondo; el usuario debe aprender a distinguir contenidos, a ser más crítico a identificar perfiles falsos y sobre todo a cuestionar que la información sea verídica, no simplemente dejarse llevar por encabezados, por supuestas capturas reales.