La confesión ha sido utilizada como una de las pruebas más efectivas para acumular evidencia en un caso. ¿Cómo hacer esta opción más atractiva para los inculpados? Aumentar los incentivos de fungir como testigo hasta superar la ganancia de callar. Si bien encubrir a excolegas, amigos y cómplices puede ser un camino viable para los sospechosos, el gobierno actual ha enaltecido una herramienta que, más allá de propiciar la aplicación de la justicia, se ha convertido en un método de extorsión: el criterio de oportunidad.
Ante un acorralamiento de privación de libertades y amenazas sombrías, los supuestos criminales ven como la alternativa más conveniente vociferar lo que sus verdugos anhelan. Las declaraciones tienen como objetivo apelar a los intereses de los victimarios, por lo que no necesariamente cuenten con el sustento adecuado. Los “prisioneros” proveen información que sirva para atacar a los antecesores, sin importar su veracidad ni las repercusiones a terceros. A primera instancia, pareciera que sólo pierden los denunciados, pero en el largo plazo, acusaciones sin respaldo pierden peso y debilitan a la institución que se los dio.
#QuéPasóCon el caso de Emilio Lozoya
La saga de dilemas de este año comenzó con Emilio Lozoya. Las amenazas a su familia, las represalias directas y el recelo hacia sus compañeros de gabinete lo orillaron a armar un paquete con decenas de nombres de involucrados en escándalos de corrupción relacionados con Odebrecht y Etileno XXI. Con el paso del tiempo, no se ha comprobado alguna, pero manchó la reputación de funcionarios públicos y legisladores de partidos opositores a Morena.
Emilio Zebadúa, exoficial de Sedatu y Sedesol, quien fuera de las personas más cercanas a Rosario Robles, recibió el mismo trato que su tocayo por parte de la FGR como testigo colaborador. No iba a desperdiciar esta oportunidad, aunque implicara hundir a su exjefa. Las autoridades ya lo habían vinculado con el desvío de más de 7,000 millones de pesos durante su paso por ambas secretarías, por lo que la alternativa de disminuir la condena a cambio de una traición fue más apetecible. Aprovecho para involucrar también a otros exsecretarios como Miguel Ángel Osorio y Luis Videgaray, lo cual fue rápidamente difundido en los medios, de nuevo, sin alguna documentación o prueba.
El criterio de oportunidad no era una puerta nueva para Rosario Robles. Ya se le había ofrecido desde hace tiempo, pero Robles se había negado. Conforme el pozo se profundizaba, esta soga de escape parecía brillar más para ella. En cuanto Zebadúa la acusó de ser autora de la Estafa Maestra, Robles no titubeó en responder. Sin argumentos para defenderse, su jugada más hábil era nutrir la cacería de brujas que ha emprendido el gobierno en contra del gobierno anterior.