En la vox populi existe el argumento de una revolución con crecimiento de energías limpias y ligadas a la creación de electricidad en México. Por favor, paren esta masacre de ideas y conjuntos de definiciones que no están llevando a definir un plan de largo plazo para el país.
En primer lugar, debemos entender cuánto tomaremos de la energía primaria, cómo la utilizaremos y cuánto aprovecharemos para cada mercado que existe, como el doméstico, el comercial, el industrial y el transporte. Luego, determinar las condiciones y el lugar donde se pretende colocar el proceso de la transformación de portadores de energía (plantas). Establecido lo anterior, cómo será transportado, transmitido, distribuido, almacenado y mantenido en un nivel continuo para el mercado.
Muchos de los proyectos en México han llegado hasta este punto de 2015 a la fecha y han tenido que ser adaptados a los cambios ocurridos en las normas, leyes, permisos y tiempos para poder hacerlo de forma legal. Pero estos cambios han provocado que de 10 proyectos 7 sean discontinuados y/o que estén en espera de mejores condiciones.
Esto se confirmo con datos de la Inversión Extranjera Directa (IED) al tercer trimestre del 2020, en la que de tener una participación la energía del 25% en 2018 pasó a 14%, siendo la más afectada el mercado de la electricidad, con una contracción de un 11%.
Hay que recordar que la IED es la inversión de las empresas que tienen la confianza de colocar su dinero en un país. Algunos ejemplos pueden verse en el mercado de hidrocarburos, como las empresas que están en la AMEXHI y como Valero, que continúa comprando crudo a la nación para sus refinerías en Estados Unidos, al instalar oficinas en nuestro país.
La pandemia no esperada fue algo que no pudo ser controlado y afectó principalmente a los seres humanos, causando una crisis económica. Dependerá de cada nación lo que hará para poder mitigar en el mediano plazo una contracción en el crecimiento interno bruto.