La innovación como el impulsor del crecimiento en las empresas se basa en hacer apuestas audaces, apoyadas en procesos de experimentación, en donde no se conoce por anticipado si dichas iniciativas van a funcionar. Se debe estar dispuesto a fracasar pues de lo contrario no se estará preparado para aprender y por lo tanto tampoco se logrará crecer y evolucionar.
Al hablar de innovación en soluciones tecnológicas es inevitable que hablemos del ciclo de adopción de la tecnología que como su nombre indica, hace referencia a cómo dichos productos son asimilados por el mercado. En los extremos hay dos opciones: la adopción evolutiva o continua, que no supone ningún cambio con lo que se ha estado haciendo hasta el momento en términos de uso y compatibilidad.
Por lo general su propuesta de valor se enfoca a mejorar ya sea la funcionalidad, conveniencia, precio o experiencia de usuario y es la apuesta más común para muchas empresas en el campo de la tecnología, en donde la innovación no implica ningún cambio de hábito.
Y en el otro extremo tenemos la innovación discontinua, la cual demanda para su adopción un cambio en la forma en que se interactúa con el producto y cómo se consume, es decir, que requiere de modificaciones en los hábitos y en las formas de generar y entregar valor.
Es deseable que las empresas mexicanas comiencen a gestionar la innovación discontinua o disruptiva, la cual se origina de un proceso profundo en la identificación de las debilidades en las categorías de productos o servicios existentes, para luego pasar por un proceso de destrucción creativa que propicie cambios en aspectos como; el bien o servicio, el modelo de negocio predominante en la industria, las técnicas y procesos de producción y los modelos de comercialización.
Para ello las empresas deben tomar en consideración tres elementos; evitar trabajar de manera permanente pensando solo en el presente, no engancharse en el largo plazo a las características de un producto o servicio exitoso y permanecer cercano a los cambios en el valor de la identidad de los consumidores con la marca y los productos.
El enfoque de innovación adoptado por la mayoría de las empresas ignora estos elementos, con lo cual su innovación solo se limita a mejorar la funcionalidad de un producto, con resultados promedio de crecimiento en ventas y participación de mercado.
La innovación disruptiva en su etapa inicial es atractiva a un mercado representado por consumidores que son entusiastas de los cambios, son personas que les gusta ser los primeros en probar nuevos productos, al entender la fase temprana de estos productos y servicios no esperan un funcionamiento perfecto ni un diseño pulcro y por ello hacen una apuesta por su consumo, puesto que son soluciones con potencial para mejoran notablemente el rendimiento (beneficios) de un producto o servicios.