Dos son los sectores que compiten por la innovación en los negocios: las startups y los grandes corporativos. Sin embargo, ante la escasez de financiamiento para las primeras, una opción real es la colaboración entre ellas, sobre todo durante el proceso de creación y desarrollo de nuevos productos/servicios, el trabajo conjunto puede traerles grandes beneficios.
En surgimiento de nuevos emprendimientos existe una relación positiva entre las inversiones en capital de riesgo y la escalabilidad de las mismas. Sin embargo, en países como México, el capital riesgo no está realmente apoyando el surgimiento de nuevos emprendimientos de alto impacto; lo anterior se debe a que estas startups en etapas tempranas, generalmente, no disponen de activos realizables, o bien solamente cuentan con activos intangibles de valor difícilmente determinable, generan flujos de caja negativos y no disponen de una historia que avale su credibilidad.
Sin embargo, con frecuencia, este tipo de empresas muestra un perfil de crecimiento e innovación que requiere importantes recursos financieros para su desarrollo.
El problema de la escasez de fuentes de financiamiento en este tipo de empresas se conoce como equity gap, que fue descrito por el Macmillan Committee; a este problema se une el llamado matching gap, que se produce cuando, habiendo recursos excedentes, no se consigue la conexión eficiente entre demandantes y oferentes de fondos.
Los startups y grandes corporativos se enfrentan a diferentes retos de negocio, que sin embargo los pueden unir en un mismo camino; en el caso de las startups la mayoría presenta grandes necesidades de financiamiento y una premura por demostrar capacidad de monetización, por parte de los corporativos, se presentan grandes retos innovación y crecimiento, para lo cual, están dispuestos a invertir recursos y concentrar sus esfuerzos en innovación.
Inicialmente la innovación puede no ser atractiva como factor de inversión, pero con el tiempo es aceptada por el mercado. A algunos emprendimientos basados en innovación les toma un año, a otros hasta cinco años en ser aceptadas y otros nunca lo lograrán.
Para el caso de México, si bien los inversionistas ángeles generalmente participan en la creación de pequeñas compañías que están en sus primeras fases, también es necesario que el capital riesgo, como fuente de recursos financieros estables, pueda también enfocarse en la financiación de empresas jóvenes con altos niveles de riesgo, pero con altos contenidos en tecnología y expectativas futuras de crecimiento, aportándoles no solamente apoyo financiero, sino también un papel activo en su evolución y control, facilitando su acceso a conocimiento y a una red de contactos potencialmente útiles en el entorno de los negocios.