Todo ello dejó a la pomposa “soberanía energética” de México en una situación que raya entre lo ridículo, la falacia y el dogmatismo setentero.
El titular del Ejecutivo federal no tardó en salir a defender a la Comisión Federal de Electricidad, señalando que fue una “hazaña” el (parcial) restablecimiento del servicio eléctrico en algunos estados del país.
Fiel a su dogmatismo y manipulación setentera, señaló que la falta de gas fue producto de la corrupción del periodo neoliberal, y que fue gracias a los planes de fortalecimiento de la CFE que se pudo restablecer el servicio.
Muy curioso que salen a la luz videos donde el mismo titular del Ejecutivo federal señaló meses antes que México estaba inundado de gas texano y que inclusive pensaba en exportarlo a Centro América.
A ver señores, seamos serios.
La falta de molécula en territorio nacional –que traería una verdadera independencia y seguridad energética– se podría lograr si se reactivasen los proyectos y esquemas asociativos de campos y yacimientos, incluyendo los de la denominada Cuenca de Burgos y tecnologías como el “fracking”, de la cual personalmente no soy muy aficionado.
Sin embargo, nos ganó el dogmatismo setentero y se cancelaron los esquemas de licencias y asociativos que permitía la Reforma Energética del 2013.
Empezamos a ver las consecuencias de tales decisiones bajo argumentos ideológicos que, como he dicho, suenan más a “idio-ilógicos”.
Nuestra soberanía energética, quedó clarísimo, depende de la seguridad energética y la soberanía energética de Texas.
En lugar de ampliar la matriz energética, CFE compra por emergencia –y sabrá Dios a qué precios–, tres buques con destino a Manzanillo, y propone la generación con diésel y carbón.