Sin embargo, debido a que la depreciación continua su curso, lo que se genera es un acumulamiento de esa demanda (demanda reprimida) en forma de ahorro, esto tomando en cuenta que la necesidad de reemplazarlos no desaparece.
La demanda reprimida se origina por diferentes motivos, dependiendo del clima económico y de negocios, pero es común en las crisis económicas. Ante un choque negativo en la economía, como puede ser un fenómeno climatológico, los conflictos armados o el paro de actividades, se presenta un incremento en la incertidumbre, que deriva en aplazar el consumo de bienes duraderos.
En la medida que el choque es de naturaleza más transitoria, la demanda reprimida ayuda a explicar el fuerte repunte que típicamente se observa una vez que el evento se ha disipado, toda vez que no haya un problema de naturaleza más estructural en el trasfondo que limite su impacto.
En el caso de la pandemia, que no podría caracterizarse como transitoria, considero que se han originado problemas de naturaleza más estructurales, que en parte se asocian con la política implementada. Desafortunadamente, a nivel nacional, no se tienen los suficientes indicadores para realizar una evaluación adecuada de la demanda reprimida, pero si se analiza la experiencia internacional, hay evidencia de su impacto en la recuperación económica durante la reapertura.
El ejemplo más claro es nuestro vecino del norte; en los meses más severos del confinamiento, los niveles de ahorro personal de los estadounidenses se dispararon, pero posteriormente, con la reapertura, el ahorro fue disminuyendo y la demanda reprimida se liberó con un sustancial incremento en el consumo de bienes duraderos, que, por cierto, ya se ha recuperado totalmente, naturalmente esto apoyado por una fuerte política fiscal contracíclica.
Para el caso de México, mi impresión es que la demanda reprimida no se ha liberado con la misma velocidad que en ciclos económicos anteriores, tal es así que la expectativa de recuperación para 2021 es baja (un crecimiento de entre 4 y 5% es bajo después de una contracción de más de 8%).
Con los datos a nivel agregado se ha visto una rápida recuperación del consumo de bienes perecederos de forma consistente desde la reapertura, pero los bienes duraderos y semiduraderos han mostrado una recuperación significativamente más lenta.
Mi expectativa para 2021 es que la demanda reprimida continúe liberándose gradualmente y permita la recuperación de los bienes duraderos. Un elemento muy relevante para apoyar esta expectativa es que durante el Buen Fin el consumo de este tipo de bienes tuvo un crecimiento sustancialmente por encima de otros años.
Si bien no era posible que esto se mantuviera durante diciembre y enero, sobre todo por el incremento del desempleo y el endurecimiento de las medidas de confinamiento, sí creo que es una señal de que la demanda reprimida puede estimular la recuperación para este tipo de mercancías durante el resto del 2021, lo que ayudaría en el crecimiento de las ventas del comercio minorista y mayorista.
Cabe destacar que mi expectativa del efecto de la demanda reprimida sobre el consumo de bienes no implica, en ningún momento, que el consumo privado en el agregado retome los niveles prepandemia durante este año, ya que faltaría analizar la otra cara de la moneda.