Una nueva ley en Australia obligará a Google y Facebook a pagar a la prensa por sus contenidos
A nadie parece importarle
La petición que exigía garantías de integridad en la investigación y más libertad académica dentro de Google sólo recibió 4,302 firmas externas . Esta cifra es irrisoria. Y lo especialmente preocupante es que, aunque hubiera una cobertura mediática seria del tema, seguida de una movilización ciudadana con mayor conciencia política, probablemente Google lo haya anticipado y haya considerado que sería un costo menor en comparación con los beneficios de desmantelar su equipo de ética de las IAs.
Debido a la ausencia de legislación aplicable a los algoritmos, la falta de voluntad política y de medios coercitivos, Google se permite ignorar los derechos humanos. En consecuencia, la ética de las IAs está domesticada. Se limita a ser un sucedáneo moral, una ethics washing sin nada vinculante.
La claridad debe imponerse: con la pasividad actual estamos consolidando las condiciones perfectas para la implementación apresurada de algoritmos ultra peligrosos, que podrían avivar aún más la desinformación médica, las teorías conspirativas , la manipulación social, la adicción digital , la discriminación en los resultados de búsquedas, la divulgación indirecta de datos personales o el consumo irrazonable de energía .
Si algunas iniciativas de ley parecen tomarse en serio la falta de regulación de los gigantes de la web, como la del Senador Monreal Ávila , que pretende proteger la libertad de expresión de los usuarios de redes sociales, paradójica y dramáticamente olvidan que el peligro actual reside en la capacidad de los algoritmos para propagar información potencialmente peligrosa.
Lamentablemente a la clase política le cuesta percibir con claridad el peligro de los sistemas que analizan y distribuyen nuestros datos, y entender la necesidad de medidas eficaces sobre la auditoría externa de los algoritmos privados, sancionada con un bloqueo nacional en caso de incumplimiento. Y cuando evocan la ética de los actores digitales es con una desoladora tibieza al enunciar medidas de adopción voluntaria al contenido de un vacío abismal.
Europa nos ha mostrado el camino en materia de protección de datos personales , y recientemente Australia en materia de financiación de los medios de comunicación. En vez de heredar el problema a futuras legislaturas, ¿y si México diera el ejemplo en exigir transparencia a los actores digitales?
Nota del editor: Lê Nguyên Hoang es Investigador en Informática - Escuela Politécnica Federal de Lausana. Philippe Prince-Tritto es Investigador en Derecho e IA - Universidad Panamericana. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión