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El mundo no es el mismo

La pandemia ha provocado una reflexión profunda entre millones de personas que consideran seriamente buscar otras actividades, señala Francisco Hoyos Aguilera.
jue 13 mayo 2021 12:02 AM

(Expansión) - Será hasta que podamos salir de nuevo a las calles con cierta tranquilidad que apreciaremos qué tanto cambió el mundo. Tenemos una certeza: no es el mismo que dejamos en marzo de 2020 por muchas razones.

Aunque existen intereses económicos que tratan de normalizar esta reincorporación mundial. La realidad es que debemos dar por cancelada la famosa “inmunidad de rebaño”, por lo menos en el mediano plazo y prepararnos para convivir con este tipo de coronavirus mucho tiempo más.

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La disparidad en la vacunación y los repuntes en países como India retrasarán el proceso en el que nos adaptamos ambos organismos hasta el grado en que solo se trate de una fuerte gripe. Antes, cobrará muchas más vidas y mutará cuantas veces sea necesario para sobrevivir.

Eso impactará en la industria internacional de servicios, particularmente en el turismo, que deberá diseñar un mayor número de protocolos, medidas sanitarias y estrategias de comunicación para generar confianza entre sus clientes.

Los destinos más populares en Asia y en África tendrán problemas para atraer a los desconfiados turistas europeos o estadounidenses, aún vacunados, sin contar con las restricciones que deberán imponer para su acceso si desean evitar otras olas de contagio.

Además, el mercado de trabajo enfrentará escasez de mano de obra en restaurantes, hoteles, bares, sitios de comida rápida y estanquillos. La pandemia ha provocado una reflexión profunda entre millones de personas que consideran seriamente buscar otras actividades.

El reciente anuncio de la cadena estadounidense de restaurantes Chipotle, de subir salarios para atraer empleados, anticipa que el modelo de pago mínimo, muchas horas, y ningún beneficio, hará agua entre las y los jóvenes, quienes no piensan regresar pronto a un mostrador.

Las tasas de natalidad han descendido por primera vez a niveles históricos y esa misma población joven está analizando sus opciones de vida, antes de tomar la decisión de adquirir un crédito hipotecario, tener un hijo o endeudarse con un posgrado.

No parece ser el miedo a una siguiente pandemia, cuya enfermedad resultara fatal, como el diseño de un sistema económico que amenaza el clima del planeta y complica el avance financiero de cada generación.

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Ideas antes proscritas, como el de un ingreso básico y universal o trabajar desde casa, ya no suenan descabelladas gracias al comportamiento impredecible del SARS-CoV-2 y a factores de calidad de vida que eran ignorados.

Esa modernidad que tanto se defendía antes de la pandemia puede que se haya desmoronado y apenas veremos sus ruinas. Claro que hay una tendencia a seguir con la venta del futuro, sea colonizar Marte o impulsar criptomonedas, pero su atractivo se concentra solo en algunos segmentos de la población y no en una mayoría que comprendemos rápidamente que este es el único planeta disponible.

Es posible que, debajo de esta presión a la que hemos estado sometidos durante más de un año, se gesten cambios radicales en la forma en que trabajamos, dónde vivimos, cuáles son nuestros intereses hacia adelante y cuáles son los modelos de convivencia y de consumo que seguiremos.

Otro dato interesante: varias ciudades en el mundo ofrecen ya dinero en efectivo, rentas bajas y parques más verdes para que cientos de personas puedan mudarse a ellas y trabajar desde la comodidad de un espacio que no pueden sostener en sus lugares actuales.

¿Harán lo mismo los edificios de oficinas? ¿Qué tal un paquete de cenas al mes con descuentos atractivos para no desplazarse demasiado lejos del vecindario? ¿Vacaciones a precios nunca vistos? ¿Dos años de pañales gratis para el primogénito?

Estamos apenas en la antesala de los saldos que traerá esta pandemia. Viene un periodo de adaptación y de nuevas formas de organización de muchos sectores de nuestras sociedades, occidentales y orientales. No somos los mismos y tal vez todavía no nos hemos dado cuenta de ello.

Nota del editor: Francisco Hoyos Aguilera es Director de Vinculación y Comunicación del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral. Es especialista en comunicación. Graduado del Tec de Monterrey con una maestría en la Universidad Iberoamericana. Fue reportero en el diario Excélsior y en la corresponsalía de The New York Times en México. Lleva dos décadas en la comunicación pública y privada. Síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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