Las medidas implementadas por Roosevelt, como el aumento del gasto público, el establecimiento de un sistema de seguridad social, y el aumento de liquidez a los bancos, son comparables a lo que el FMI ha estado sugiriendo a los líderes mundiales desde el comienzo de la pandemia.
De hecho, varias de las recomendaciones del FMI parecen sacadas del New Deal, como por ejemplo incrementar el gasto público para sostener las pequeñas empresas y trabajadores desempleados, crear programas de subvenciones directas a mujeres y minorías, y reducir las tasas de interés.
Sin embargo, Roosevelt se habría dado cuenta que falta una pieza del rompecabezas y habría recomendado complementar las medidas del FMI con una decidida política sectorial que tuviera un claro sesgo pro-empleo.
Roosevelt entendió que son las empresas las que mueven la economía, y creó incentivos para las industrias que tienen una alta capacidad de crear empleo y jalonar la actividad económica. Una de las razones para desmontar la Prohibición fue precisamente el potencial de la industria cervecera para generar puestos de trabajo e ingresos fiscales gracias a su poderosa cadena de valor.
Hoy en día, esta cadena de valor sigue desempeñando un papel clave en muchas economías. La cerveza es esencial para la supervivencia y la prosperidad de la hostelería, es decir las tiendas de barrio, los restaurantes y los bares, un sector de la economía que es vital para la creación de empleo y la movilidad social. Pero además la industria cervecera es fundamental para impulsar el sector agrícola, ya que depende de la producción de cebada, maíz y arroz.