¿Por qué era tan importante meterle lana a la economía y los bolsillos de las familias? Porque es más sencillo caer en el hoyo que salir de él. Los estímulos fiscales amortiguarían la caída, haciendo más corta la cuesta arriba. Además, se necesitaba mantener el ingreso de los hogares para cubrir sus necesidades y sostener el consumo interno. Las empresas necesitaban sobrevivir para que los desempleados encontrar un puesto de trabajo al cual regresar. Si las empresas quiebran, ¿a dónde regresará la fuerza laboral que necesita un trabajo?
El mundo se preparó. En 2020, Estados Unidos destinó más de 2 billones de dólares a un paquete de estímulo para entregar recursos directamente a las personas con beneficios por desempleo y programas de apoyo a pymes. El presidente Biden ha anunciado otros 2 billones de dólares para extender los programas de apoyo durante 2021. Perú le metió 7% de su producto interno bruto (PIB) a su programa de medidas fiscales. Chile impulsó el gasto de gobierno en 8% del PIB. En México la cifra no llegó ni al 1%.
En México, durante abril del año pasado se perdieron 12 millones de empleos de los cuales, al primer trimestre del 2021, aún faltan por recuperarse 2 millones . En 2020 cerraron más de 1 millón de establecimientos, y el ritmo de nacimiento de negocios no ha logrado compensar la caída. El Inegi reporta que solo entre 6% y 8% de las micro, pequeñas y medianas empresas recibieron un apoyo gubernamental.
La expansión de los programas sociales era otra herramienta para apoyar la economía familiar, especialmente de las familias de menores ingresos. Brasil incrementó en 7% de su PIB el presupuesto para programas de asistencia. De acuerdo con algunas estimaciones la población en condiciones de pobreza en ese país se mantendrá constantes a pesar de la crisis. Argentina está en una situación similar. En México se espera que la pandemia deje casi 9 millones de pobres adicionales en su definición más amplia.
Datos recientes del Coneval indican que la población con un ingreso laboral inferior a la canasta alimentaria pasó de 35.6% a 39.4% entre el primer trimestre de 2021 y el mismo periodo de 2020. Es decir, cerca de 4 millones de personas cayeron en pobreza laboral durante la pandemia debido a la caída de casi 5% en el ingreso laboral real y el encarecimiento de alimentos.
El desempleo, la precarización de las condiciones laborales de los que lograron recuperar sus puestos de trabajo y las afectaciones a los trabajadores de menores ingresos también abonaron a este resultado.