La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) reportó en 2019 que los cinco países con mayor número de solicitudes de patentes fueron China (58,990), EU. (57,840), Japón (52,660), Alemania (19,353) y República de Corea (19,085). Ese mismo año, México ocupó el lugar 35 en solicitudes internacionales de patentes.
De acuerdo con un reporte del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), en el periodo de 2013 a 2018, las universidades que presentaron el mayor número de solicitudes de patentes fueron la Universidad Nacional Autónoma de México con 299, el Instituto Politécnico Nacional con 248, la Universidad Autónoma de Nuevo León con 150 y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey con 90 solicitudes. Sin embargo, si nos comparamos con otros países, México se queda corto.
Datos del mismo IMPI, reportan que del año 2010 al 2019, el número de patentes promedio por año concedidas en México fue de 9,750 (incluye las de mexicanos como de extranjeros). Si en 2019 había 126 millones de habitantes y generamos una regla de tres, el resultado nos arroja que por cada 20,000 habitantes en nuestro país se generan 1.5 patentes.
Al ser México un país en vías de desarrollo, su nivel de patentamiento es muy bajo en comparación con países desarrollados como Corea del Sur o Estados Unidos, en los cuales el índice de productividad de las patentes está relacionado directamente con la creación de conocimiento dirigido a la investigación y el desarrollo, los cuales pueden dar como resultado la innovación.
Otro de los indicadores de la innovación mencionados al inicio, es el impulso a las llamadas startups o empresas que se crean con un componente de innovación tecnológico; por ejemplo, un país como Israel, además de estimular la ciencia, logró vender 589 startups de 2006 a 2014 y es una de las naciones que más invierte en investigación y desarrollo en todo el mundo con un 4.2% en términos de Producto Interno Bruto.
En México se está dando un impulso a las startups en sectores como los servicios financieros (23%), salud (11%), tecnologías de la información y comunicación (8%) y educación (8%), de acuerdo a un estudio publicado por Deloitte. Sin embargo, se necesita una integración amplia como el modelo de la cuádruple hélice, en la cual las universidades, la administración pública, las empresas y sociedad participan de una forma más proactiva en el desarrollo de micro clusters, nodos del conocimiento y think tanks con un objetivo muy claro: trabajar en el desarrollo de ideas y soluciones que generen una aportación muy concreta a necesidades existentes en nuestro país.