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La (eterna) crisis de la clase media empresarial

No hay un ecosistema que permita la movilidad y la generación de nuevas empresas grandes, señala Jonathán Torres.
mar 06 julio 2021 12:01 AM

(Expansión) - El sistema es una condena. Las medianas y pequeñas empresas, en su mayoría, están destinadas a no crecer. Nunca multiplicarán su patrimonio. Son la pobre clase media empresarial, que no tiene cómo romper con su terrible circunstancia. La pandemia ha intensificado su cruda realidad, pero ciertamente desde hace años están dadas las condiciones para que muchas de ellas sean improductivas, ineficientes e informales.

En 2014, McKinsey Global Institute publicó el reporte A tale of two Mexicos: growth and prosperity in a two-speed economy, que a grandes rasgos sostenía que la economía mexicana operaba a dos velocidades; una, moderna, de rápido crecimiento y altamente productiva (encabezada por las grandes empresas); otra, tradicional y de baja productividad (conformada por medianas y pequeñas empresas).

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Frente a eso, consideraba que había la necesidad urgente de reconciliar a los dos Méxicos, pues ambos tiraban en direcciones opuestas, reduciendo el crecimiento del PIB y el progreso en los niveles de vida.

En 2019, el mismo instituto -brazo de análisis económico y empresarial de McKinsey & Company- dio a conocer el estudio titulado Latin America’s missing middle of midsize firms and middle-class spending power, que llamaba a impulsar el crecimiento inclusivo y a la adopción de tecnologías digitales para reavivar el círculo virtuoso del crecimiento y ayudar a las empresas a competir.

El tiempo ha pasado en vano.

“¿Dónde estamos? Peor. El gap de productividad de las empresas grandes frente a pequeñas y medianas ha empeorado”, dice Alberto Chaia, senior partner de McKinsey & Company, basado en la oficina de México. “¿Qué seguimos viendo? Si ves el decil más grande de ingreso de las empresas de México (75% aproximadamente), está conformado por las mismas empresas de hace 15 años; en Brasil hablamos de una tercera parte y en EU es menor a 15%”.

Dura realidad. No hay un ecosistema que permita la movilidad y la generación de nuevas empresas grandes. “Lo que seguimos viendo es un sector empresarial estancado, con pocas ganancias de productividad; las ganancias siguen viniendo de los mismos de hace 20 años”, añade Alberto Chaia.

¿Cómo puede explicarse que la segunda economía más potente de América Latina apenas celebre la conformación de unicornios? ¿En los últimos 20 años, cuántas empresas mexicanas de tamaño medio ascendieron a las grandes ligas? ¿Qué ha provocado el estancamiento de la clase media empresarial? Van algunas razones: falta de financiamiento e innovación, y la permanencia de una cultura que le teme al riesgo.

“El empresario básico es de familia, no tiene condiciones propicias para desarrollar flujos de caja, no invierte en tecnología y le cuesta mucho la productividad”, dice Julio Millán, presidente de Consultores Internacionales S.C.

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Las empresas crecen con capital y en México no hay quién les preste. La cartera de crédito a medianas y pequeñas representa 1.8% del PIB (en Chile significa 11, Perú 8 y Brasil 7%). El mercado (y negocio) para los bancos está en otro lado. Hasta hace poco, hubo acceso a capital en cantidades relevantes para emprendedores. Pero no ha sido generalizado. Los unicornios que hoy celebramos lo son por la inyección de capital extranjero. Las Afores tampoco invierten en medianas y pequeñas empresas.

“Sin duda, también hay un problema de ambición en las pymes”, afirma Álvaro Rodríguez Arregui, cofundador y managing partner de IGNIA. “Parte de la razón de porqué estamos teniendo unicornios es porque hay una nueva generación de emprendedores con una misión muy diferente; quieren comerse el mundo y no solo tener una empresa para que les provea de un buen nivel de vida”.

¿Cuándo pueden mejorar las cosas para la clase media empresarial? No se ve la luz al final del túnel, pero definitivamente es necesario romper con los obstáculos ya citados y, también, tomar en serio la digitalización, que democratiza el acceso a nuevos canales para captar clientes, cambiar la estructura de productividad y aspirar a crecer. El otro camino es: estacionarse, hacerse más pequeñas o desaparecer.

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Secreto a voces: las Fintech no son bien vistas por la banca tradicional, la cual quisiera ponerles piedras en su camino para detener su desarrollo; los grandes temen que los pequeños les arrebaten una porción del negocio.

Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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