Hablando en términos de investigación y docencia, las universidades y los centros de investigación se consideran como los espacios más importantes de cualquier sociedad. De manera particular, en los últimos 50 años, a estas dos misiones se ha integrado la misión del emprendimiento y transferencia tecnológica; como el mecanismo ideal para trasladar los impactos de la ciencia y tecnología hacia la sociedad y a las empresas.
Es así que Babson College, University of Michigan, University of Oklahoma, MIT, entre otras, decidieron hace más de 30 años emprender la construcción de programas de enseñanza acompañados de la operación de centros de emprendimiento para los estudiantes que aspiran a convertirse en empresarios.
De aquí que la misión central de la universidad sea la mejora permanente de la sociedad a través de ayudar a transformar el conocimiento en soluciones para la sociedad.
Aportar nuevo conocimiento y desarrollo tecnológico a la sociedad, en particular al tejido productivo, debe ser la lógica continuación de una investigación de calidad y con potencial impacto socioeconómico.
Aquí tres posibles vías de ejecución inmediata;
1. Reducir las dificultades de las empresas mexicanas para invertir en I+D, en donde las universidades diseñen estrategias de difusión y transferencia de sus investigaciones y desarrollos tecnológicos, con miras a identificar y extraer las aplicaciones prácticas de ese conocimiento, en áreas industriales y sociales.
2. Establecer mecanismos de acceso agiles para las empresas, para el uso la infraestructura en ciencia y tecnología que tienen las universidades; esto puede dar como resultado la creación de sinergias de colaboración entorno a responder a las necesidades de innovación de corto plazo.
En caso contrario la escaza demanda de esta infraestructura en ciencia y tecnología reflejará la existencia de pocos emprendimientos de base científica y tecnológica en el país, lo cual favorecería que las empresas extranjeras importen montos mayores de tecnología del exterior, con lo cual se profundiza la alta tasa de dependencia tecnológica de México.
3. Impulsar aún más el desarrollo de la investigación aplicada, “de orientación específica”; si bien es cierto que la ciencia contribuye mejor a los objetivos nacionales cuando se la deja libre de restricciones, también es relevante traer a la discusión el explorar opciones en las cuales el conocimiento científico sea sensibles a las necesidades y prioridades nacionales.