Estas son las aportaciones del vidrio en las edificaciones
Los planes infraestructura no sólo deben ser nacionales, sino regionales porque así serán los efectos del cambio climático. Si examinamos los 10 proyectos más ambiciosos de infraestructura en América Latina en 2019, nos podemos dar cuenta que la región, en su mayoría, ignora la importancia y necesidad de transitar a una economía de cero emisiones netas.
El proyecto más importante, en términos de valor, es el de suministro de gas natural comprimido en el Caribe, el cual no contempla riesgos climáticos como los posibles daños a la red portuaria de la región o la caída de producción de gas natural en Estados Unidos por regulaciones climáticas. De ser exitoso, podría generar una dependencia de gas natural en la región y retrasar un despliegue más ambicioso de energías renovables.
En contraste, el acueducto Reguemos Chile es una iniciativa que anticipa los retos de la escasez de agua y permitirá mejorar la resiliencia de Chile mediante el transporte de agua de sur a norte. Además, el proyecto también tiene el objetivo de reducir la dependencia del cobre en la matriz productiva del país andino.
En el caso de los siete proyectos ferroviarios, no hay señales claras de que se impulsen trenes eléctricos o que utilicen hidrógeno verde; sin embargo, su adaptación a estas tecnologías en el futuro es factible. En general, la promoción de trenes eficientes y de alta velocidad generará menos incentivos para utilizar aviones en el futuro.
Por último, los proyectos que han recibido mayor número de críticas a nivel regional son la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía en México. Ambos carecen con un análisis de riesgos climáticos y evaluaciones de impacto ambiental creíbles. Por lo tanto, la incertidumbre sobre su viabilidad será un tema recurrente en la agenda pública de México.
No puede haber un futuro de cero emisiones netas sin una infraestructura apropiada. Este objetivo nunca se alcanzará si esperamos que el capital privado lo resuelva. Los inversionistas privados, por más responsables que sean, tendrán como prioridad la rentabilidad, lo cual sólo puede cubrir parcialmente la necesidad de una infraestructura resiliente.
Por tal motivo, los gobiernos necesitan cubrir esa brecha para garantizar redes y sistemas completos que mitiguen y se adapten efectivamente al cambio climático.
Nota del editor: José Luis Reséndiz es investigador de la Universidad de Oxford y fundador de ESG Latam . Síguelo en LinkedIn y en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión