Vale la pena reiterar que la transición no implica invertir sólo en proyectos verdes, sino también requiere colocar capital en industrias intensivas en energía que dependen de los combustibles fósiles. A pesar del avance de las energías renovables, como la solar y eólica, el sector industrial aún requiere de avances tecnológicos que permitan funcionar a partir de electricidad u otras opciones renovables.
Desafortunadamente, aún no se cuenta con la tecnología necesaria para avanzar en este aspecto. Por lo tanto, la inversión en estas industrias es fundamental para acelerar una transición ambiciosa y creíble, basada en criterios de las ciencias climáticas.
Actualmente, la Unión Europea lidera uno de los esfuerzos más importantes para impulsar el financiamiento para la transición. Se trata de una taxonomía que definirá cuáles son las actividades económicas que son consideradas verdes. La taxonomía es un avance importante para la transición, pero no debe ser considerada como la herramienta principal para lograr tal objetivo.
Es importante asumir que la taxonomía es sólo un sistema de clasificación de actividades que se debe complementar con otros mecanismos financieros y de política pública. Tal es el caso de instrumentos como los bonos verdes, o los recién creados bonos vinculados a la sostenibilidad.
De acuerdo con ESG Latam , estos últimos cuentan con mayor flexibilidad para beneficiar la descarbonización de industrias contaminantes mediante incentivos en la tasa de interés si se cumplen metas de sustentabilidad en el tiempo.
Las taxonomías de actividades que contribuyen a favor o en contra del cambio climático es un avance fundamental para desarrollar con mayor precisión el concepto de finanzas para la transición. Charles Donovan y su equipo en el Imperial College London señalan que el financiamiento para la transición debe cumplir, al menos, con dos características.