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Emprender con estrategia: necesario para innovar en una empresa

Las innovaciones que resultan en productos y servicios novedosos implican modelos complejos de alianzas, ecosistemas de recursos y estructuras y por ende de inversión, señala Víctor Moctezuma.
sáb 10 julio 2021 12:00 AM

(Expansión) - La estrategia y el espíritu emprendedor a menudo se ven como polos opuestos. Mientras que la primera se visualiza como la búsqueda de un camino claramente definido a través de un conjunto de actividades cuidadosamente elegidas, el espíritu emprendedor se conceptualiza como una serie de acciones reactivas que nacen de experimentos y aprendizajes que buscan nuevas direcciones a explorar.

Sin embargo, ambas posturas se necesitan y se refuerzan una a la otra. La estrategia sin emprendimiento es la planificación vertical y central y el emprendimiento sin estrategia conduce al caos.

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Lo que quizá no se ha dimensionado es que la estrategia fomenta el comportamiento emprendedor al identificar los límites dentro de los cuales la innovación y la experimentación pueden tener lugar.

En las empresas se pide que los colaboradores tengan visión y se reten a sí mismos para diseñar pensando en el futuro y proponer con creatividad, pero lo que no se aprecia es que se hace en el marco de una inercia corporativa inflexible en la que no es posible pensar fuera de la caja, lo que descarrila los esfuerzos que puedan concluir en innovación.

En estos procesos sería útil establecer el principio de pivote como fórmula base de conceptos, pero esto es forzar a que embonen dos piezas: ideas nuevas encaminadas a innovar y organización tradicional. La necesidade de innovación con los recursos disponibles que permitan llevarla a cabo y medirla con métricas de desempeño.

De esta manera se explotan oportunidades que permitan alcanzar el objetivo en un menor plazo, con menos recursos y con mayores posibilidades de crear un nuevo negocio rentable que incluso definir las variables que cambiarían la actividad original de la empresa.

Un emprendedor está buscando cómo crear sabiendo que no tiene los recursos, pero ha investigado y experimentado y con ello puede entender la dimensión de la oportunidad, mientras que una empresa estructurada puede tener los recursos, pero están enfocados en lograr una rentabilidad en el presente, ya que tienen a los talentos enfocados en ese presente con poco margen para explorar el futuro.

En este sentido, un plan estratégico es sumamente útil porque marca qué no hacer y plantea un modelo ágil que tiene un rango de opción en el que el experimento determina cómo cambiar el enfoque de todo el negocio.

El talento y su tiempo es limitado y los recursos económicos son, de igual manera, escasos. Se puede jugar con riesgo y con algo de descaro, pero aún con ello hay límites. Los experimentos van a consumir tiempo de trabajo, energía del talento y dinero.

Lo que es necesario para utilizar de la manera más eficiente los recursos –tanto humanos como materiales– con los que se cuenta es saber qué no hacer, qué es aquello que obstaculizaría llegar al destino elegido y cómo, creativamente, aplicar los recursos escasos en esfuerzos que se consoliden y que prueben que se avanza en esta dirección.

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Las pruebas rápidas y experimentos generan agilidad y pueden ser una manera efectiva de innovar incrementalmente, pero algunas ideas o proyectos no se pueden evaluar bajo experimentos rápidos y baratos. Las innovaciones que resultan en productos y servicios realmente novedosos implican modelos complejos de alianzas, ecosistemas de recursos y estructuras y por ende de inversión.

De esta manera, la incertidumbre es la única certeza en el entorno de negocio: las condiciones económicas del mercado, las necesidades siempre cambiantes en los intereses de los consumidores, y ahora se agrega la variable de la velocidad con la que cambios tecnológicos están convirtiendo a consumidores también en creadores y productores de conceptos, productos y servicios.

Todos en su conjunto está presionando por mayor atención, mejor oferta de valor y menor costo y disposición casi inmediata del bien o servicio. En poco tiempo, las estrategias se hacen obsoletas y la adecuación de planes está supeditada a tener una mejor capacidad de visualizar las consecuencias para evaluar las opciones de estrategias e implementar más rápido que otros.

Hay tres posiciones posibles a elegir frente a la cantidad de información y opciones de un efecto combinado entre la operación del corto plazo y la incertidumbre hacia el mediano plazo: la primera es dar forma a lo inmediato y urgente, la segunda es adaptar los recursos internos y aliar los externos en dirección a las áreas de negocio que pueden ser sensibles y, por último, dedicar recursos y atención a lo que sería la siguiente evolución de la estrategia.

Para acompañar este planteamiento habría que enlistar una serie de opciones que ilustren, desde conceptos en los cuales enfocarse, hasta ideas no convencionales a explorar, buscando que ambas categorías respondan a convertirse en apuestas con mayor grado de certeza.

Nota del editor: Víctor Moctezuma es Fundador y CEO de iLab. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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