Evidentemente se trata de una nueva cortina de humo para desviar la atención de los temas fundamentales y abrir la agenda a asuntos intrascendentes, a través de un ejercicio que carece de rigor académico, científico, metodológico y estratégico. Revisar redes, medios impresos y noticiarios de radio y televisión y, seleccionar algunas notas publicadas para categorizarlas, resulta un ejercicio muy subjetivo cuando se hace por una de las partes interesadas y sin una metodología y sin criterios básicos establecidos.
Calificar un tono de información como positivo o negativo (además de omitir el neutro o consignativo), sin considerar algunas variables como el contexto en el que se informa y sin citar el sustento metodológico con el cual se establece dicha calificación, es hacerlo por intuición y eso implica pérdida de objetividad.
Realizar el análisis cuantitativo, como ha sido el caso (tantas negativas y tantas positivas) no revela la parte sustancial del análisis, que es el referido a la calidad tanto de la información como del medio o comunicador. En el caso del gobierno federal se está midiendo lo que resulta más práctico o conveniente para los intereses del presidente y por ello no se evalúa (o no se quiere o no se sabe evaluar), lo que realmente puede agregar valor al ejercicio del poder.
Reconocer, en un análisis objetivo, lo que realmente se está comunicando permite identificar fallas o imprecisiones para corregirlas o aclararlas, respectivamente.
Para un ejercicio válido de identificación de “mentiras” en los medios es necesario pasar del conteo cuantitativo a un análisis cualitativo de la información, lo que deriva un trabajo a fondo cuya realización implica el involucramiento de personal capacitado, dedicado, conocedor del contexto comunicacional de cada institución y de un seguimiento temático continuo de los medios informativos.
Si se quisiera realizar un verdadero trabajo profesional (cosa difícil en este gobierno de 90% de honestidad y 10% de capacidad), sería conveniente evitar las interpretaciones subjetivas. Ser periodista en cualquiera de los géneros de la actividad no necesariamente implica que se pueda hacer un análisis profesional de la información.
Se pueden intuir intenciones y es posible conocer el origen de una información, pero saber el efecto de la misma, su alcance y sus repercusiones en los receptores es un trabajo más especializado.
Sería interesante saber, por ejemplo, en qué espacio de la plana o del noticiario se ubica la información en cuestión; mostrar los malos encabezados que han “matado” una buena nota; comparar las citas “textuales” contra las originales; tratar de determinar el impacto real de cada información en las audiencias de interés; saber cómo se multiplica el impacto en otros medios o redes sociales y algunas otras variables que ayuden a tener un mejor panorama del análisis.