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COVID-19. El imperdonable desprecio por la ciencia

No podemos culpar y achacar esta tercera ola a la biología del virus y sus variantes, sino más bien al comportamiento humano, considera Jonathán Torres.
mar 10 agosto 2021 12:09 AM

(Expansión) - Es el caos. Esta semana, la tercera ola de COVID-19 seguirá cobrando muchas víctimas. No hay ninguna estrategia para frenar su paso. El pleito por los criterios de semaforización, particularmente en la Ciudad de México, desvelan las diferencias entre autoridades. La ciencia no ha sido tomada en cuenta. Ni lo será.

Durante la pandemia se ha generado mucha información científica, pero las respuestas del sector público demuestran que aquí manda la política.

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Una muestra de ello ocurre con los grados de interlocución entre el gobierno federal y el Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica, compuesto por 48 miembros que provienen del IMSS, el INER, el CINVESTAV, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; así como del Instituto de Biotecnología, el Centro de Ciencias Matemáticas y la Facultad de Medicina de la UNAM.

El Consorcio -que cuenta con financiamiento del Conacyt y del gobierno de la CDMX- tiene la misión de ubicar las variantes y entre sus tareas está entregar un reporte semanal a la Secretaría de Salud y al Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE). Hasta la fecha, se han realizado 20,000 muestras a diferentes personas, con diferentes edades y de lugares distintos, para determinar cómo se están distribuyendo las variantes, informa Fidel Sánchez, miembro del Consorcio e investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM.

Sin embargo, desde el arranque de la operación del Consorcio algunos de sus integrantes tenían dudas sobre la reacción que los políticos tendrían ante sus reportes. Y sus sospechas no eran descabelladas pues, hasta la fecha, al margen de las reacciones del gobierno federal, hay gobiernos estatales que dan entrada a sus análisis y otros no. Los que escuchan son: CDMX, San Luis Potosí, Jalisco, Baja California Sur. De los demás no hay noticias, brilla por su ausencia la interlocución.

La frustración siempre ha acompañado al Consorcio, considerando que su misión ha sido dotar a las autoridades de información para que éstas tomen decisiones que les permitan frenar la diseminación de las variantes, pero las respuestas han sido el silencio o, de plano, el rechazo.

El viaje de las variantes por México fue ubicado desde el arranque de la pandemia. El 27 de febrero de 2020 se secuenció el primer caso de coronavirus en el país y, entre marzo y abril, se registraron 55 casos de los cuales se detectaron entradas de linajes distintos al virus original. Unos venían por Europa y otros desde Estados Unidos. Después, los científicos encendieron sus alertas desde el primer registro de Delta en México y advirtieron que la pesadilla ocurrida en India, Reino Unido, podía presentarse si no se tomaban las medidas.

Pero, los análisis y los llamados de alerta han sido desdeñados.

¿Cuáles son los resortes que se activan en el Dr. Hugo López-Gatell para no tomar en cuenta las aportaciones del Consorcio? “Son los mismos resortes que en 2009 aplicó cuando era Director General de Epidemiología y por los que fue marginado (en aquella pandemia de Gripe A-H1N1)”, responde Andreu Comas, también miembro del Consorcio, virólogo y miembro de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. “Él tiene su forma de pensar; no tomar en cuenta la vigilancia genómica, tampoco las pruebas de PCR. No es un modelo de pensamiento nuevo en él”.

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El mundo supera los 200 millones de casos de COVID-19

Si bien Delta, Gamma y Alpha se sigue peleando el dominio de casos en México, Delta se está convirtiendo en la variante colonizadora. Entre los recientes llamados del Consorcio destacan dos: acelerar la vacunación y que la población se quede en casa. La aparición de las variantes parece estar asociada a eventos de congregación masiva de humanos. La variante Delta apareció después de un evento religioso que se celebró en la India, en el río Ganges, y vimos su expansión en fiestas religiosas en Israel o el 4 de julio en Estados Unidos. En México, las vacaciones de verano han facilitado su diseminación. Así, no podemos culpar y achacar esta tercera ola a la biología del virus y sus variantes, sino más bien al comportamiento humano.

Hasta el momento, no hay ninguna medida que detenga el crecimiento de esta tercera ola. En Salud Pública, por ejemplo, el efecto de una medida de vacunación depende de dos cosas: la eficacia de las vacunas y la cobertura. Hoy, tenemos millones de vacunas guardadas en el refrigerador, con eficacias diversas cada una de ellas y una variante (Delta) que está lejos de rendirse.

El panorama es muy peligroso. En los análisis del Consorcio no hay una, hay varias subvariantes de la variante Delta. Bajo la mirada de algunos de sus integrantes, esta tercera ola se ha intensificado, entre otros factores, por el nulo control en el acceso del turismo internacional que ingresa sin ningún tipo de prueba de PCR; sin dejar de insistir en las irresponsables conglomeraciones que se han registrado en el país.

¿Dónde está el Consejo General de Salubridad (CGS), que debería ser el órgano rector para enfrentar esta emergencia sanitaria? Se trabaja bajo la visión de una sola persona, quien no toma decisiones de manera colegiada y no aprovecha la información disponible. El CGS, que debería estar tomando las riendas de la pandemia y de la vacunación, está desaparecido.

La semaforización epidemiológica se ha convertido en una simple relatora de la pandemia. El presidente, se sostiene en un artículo publicado en El Universal, ya no ve con buenos ojos al zar que designó para enfrentar la pandemia. Pero tampoco se observa un cambio de estrategia. La política seguirá imponiéndose sobre el conocimiento científico y, eso, lo seguiremos pagando muy caro.

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San Luis Potosí, la Ciudad de México, Guerrero, Zacatecas, Nuevo León, Jalisco, son algunos de los focos rojos de esta tercera ola. La irresponsabilidad social ha contribuido mucho en la multiplicación de contagios. ¿Será que ya muchas personas se han desensibilizado ante los impactos de la pandemia? ¿Ya están normalizando las muertes por COVID-19? Ojalá no, aunque haya quienes demuestren lo contrario.

Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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