La cultura popular dice que un pesimista es un optimista bien informado. En el círculo rojo está mal visto ser optimista y quien lo es resulta ser descrito como superficial, mal informado, ignorante. Así, se piensa que como la gente inteligente no es superficial, entonces, tiene que ser pesimista. Por otro lado, hay quienes sostienen que el pesimismo está sobrevalorado, que el universo no se equivoca, que la preocupación es una blasfemia y que lo que tiene que pasar tiene que pasar.
Bien, pues el pesimismo -considerado como el elemento perfecto para descomponer todo- tiene su lado útil, su enfoque positivo, su aportación para cambiar las malas perspectivas que hoy gobiernan.
El pesimismo, como la alegría, siempre nos acompaña; es como la luz y la sombra, la pérdida y el encuentro, la vida y la muerte. Dicho esto, no es malo entrar en valles de oscuridad y reconocerlo. Lo importante es mantener el enfoque en el contexto adecuado para después alquimizarlo en algo positivo.
Es el pesimismo defensivo. Se trata de una manera en la que podemos prepararnos para los resultados no deseados. Por ejemplo, vas a una entrevista de trabajo y no sabes si te van a contratar o no. El pensamiento optimista estaría viendo todas las señales por las cuales crees que sí te van a contratar y el pensamiento pesimista vería todo lo contrario. El lado optimista del pensamiento pesimista podría llevarte a un plan de acción donde seguirías en entrevistas, en contraste con el optimista que te animaría a no hacer nada más, pues estás seguro de que obtendrás el trabajo.
El pesimismo, por tanto, no es negativo sino el mecanismo con el que interactuamos con él.
Sí, el pesimismo como una forma de vida es malo y cuando entra en una espiral continua puede detonar depresión clínica. El lado complejo del pensamiento pesimista es cuando te lleva a la inacción. (Cuidado con lo que pides porque en eso te puedes convertir) Venga un punto medio. La recomendación es entrenar el pensamiento para hacerse preguntas y definir el grado de actitud que se requiere para mantener una visión crítica, sin pensar que el mundo se nos va a venir encima.