Las empresas descubrieron en la flexibilidad un elemento clave en la experiencia del colaborador, tanto que hoy, cuando se plantea el retorno, encontramos mucha resistencia de quienes organizaron su vida, luego de más de un año de pandemia, en un esquema que de seguro ha contribuido con su balance profesional y familiar.
“Una encuesta reciente en Estados Unidos mostró que el 44% de las personas que trabajaban desde casa en enero de 2021 querían continuar con ese esquema porque les beneficiaba; el 39% respondió que preferían volver a la oficina, y el 17% dijo querer seguir trabajando remotamente debido al coronavirus.” De acuerdo con una publicación de Brian O'Connor en BBC Worklife del 24 junio de 2021.
Frente a esta realidad las empresas se verán presionadas en mantener un esquema virtual, lo que implica el primer desafío relevante: Adaptar los procesos organizacionales, los sistemas internos y las capacidades de las personas a esta realidad.
Suena obvio, pero no lo ha sido, cuando inició la pandemia salimos todos con nuestras computadoras a la casa y tratamos de acomodarnos lo mejor que pudimos para “pasar esta época” y luego se fue convirtiendo en lo definitivo, las sillas del comedor fueron migrando en el mejor de los casos a sillas ergonómicas, pero otras cosas se siguieron sosteniendo con “alfileres” pensando en que este era un esquema temporal.
Ahora viene el retorno y nos está pasando lo mismo, pensamos que regresar es volver al esquema de antes, pero nos encontramos una realidad diferente, desde la infraestructura tecnológica que ahora debe ser capaz de dar soporte a equipos híbridos, hasta jefes que deben desarrollar la competencia de orquestar el trabajo de personas en diversas modalidades, asegurando la alineación, la conexión y la productividad.
Necesitamos alinear los elementos clave, imagina la organización como un teatro, solo que hoy la obra se transmite combinando partes en vivo y partes virtuales. En esta analogía imagina que el escenario es la estructura y procesos, el guion equivale a la cultura y el actor es la persona con sus talentos y habilidades.
Entonces en una obra híbrida, el escenario –la estructura- tiene que ser capaz de permitirle a los actores comunicarse e interactuar no importa donde estén, reflejando una obra coordinada y sincronizada, para lo cual el guion –la cultura– tiene que ser congruente con la forma en que están dispuestas las piezas de la escenografía y lograr inspirar al actor para desarrollar sus talentos al máximo, por lo que también requiere que los actores tengan las capacidades adecuadas para interpretarlo.