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¿Et tu Bartlett? La reforma que traiciona a la nación, al presidente incluso

Manuel Bartlett quiere hacer de la CFE un INE en esteroides, sin colegiación, sujeta a un régimen de transparencia, rendición de cuentas y anticorrupción aún desconocido, sugiere Miriam Grunstein.
mié 13 octubre 2021 12:04 AM

(Expansión) - “El poder detrás del poder” es un cliché. Que el poder detrás del poder le dé puñaladas al último es artero. Y que el poder le dé puñaladas al poder en una norma constitucional mientras, todo mundo mira hacia otro lado, es brutalmente inusitado.

Esta iniciativa invoca la escena III del Julio César de Shakespeare en la que, en una sesión del Senado romano, en el Teatro de Pompeya, la conspiración culmina en 22 puñaladas en el cuerpo del que se sospecha podría ser dictador, Julio César. En el caso de la Reforma Constitucional, suscrita por el López Obrador, él mismo no se da cuenta que cada artículo reformado es una puñalada. Y no por cualquier otrora senador, sino por Manuel Bartlett, su Maximus Senex, el que en energía ha dictado su consciencia.

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El presidente exclamó que quien vote en contra de la iniciativa de reforma energética sería un traidor a la patria; alguien debe decirle a López Obrador que quien vote a favor de ella estaría apuñalándolo por la espalda; mientras él, en su delirio, se imagina el intocable salvador de México a través de hacer de CFE un bunker impenetrable.

De todo lo que hasta hoy se ha dicho sobre esta reforma, que no solo es eléctrica, sino energética, y que además sacude los fundamentos institucionales que conocemos, menos se ha comentado sobre el hambre de poder que la alimenta. Y si de famélicos hablamos, los antojos del presidente son papita; los de Bartlett suman los de Gargantúa y Pantagruel.

Tener control sobre la electricidad es tener PODER. Tal vez no sea casualidad que, en inglés, power y electricity sean sinónimos en algunos contextos. Así, en la lengua de Shakespeare, quien tiene la electricidad tiene el poder. Y más cuando el proveedor deja de ser una empresa de estado y se convierte en un organismo de estado, dotado de autonomía establecida en la Constitución, hermético –incluso fuera del alcance del control presidencial.

Bartlett quiere hacer de la CFE un INE en esteroides, sin colegiación, sujeta a un régimen de transparencia, rendición de cuentas y anticorrupción aún desconocido, que si va a quedar en una ley secundaria, podría ser aprobado tan solo por Morena y sus huestes.

Y, a diferencia del INE, en lo que transa CFE (en el sentido original de la palabra), hay muchísimo dinero de por medio que proviene de los bolsillos de los mexicanos. Porque ya no será una empresa sino un “organismo de estado” en manos de un Senex con Delirio de un Julio César y con la lealtad de un Marcus Junius Brutus.

Nota del editor: Miriam Grunstein es profesora e investigadora de la Universidad ORT México y es académica asociada al Centro México de Rice University. También ha sido profesora externa del Centro de Investigación y Docencia Económicas y coordinadora del programa de Capacitación al Gobierno Federal en materia de Hidrocarburos que imparte la Universidad de Texas en Austin. Hoy es socia fundadora de Brilliant Energy Consulting y dirige el blog Energeeks. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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