De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2020, 9 de cada 10 hogares mexicanos tuvieron una disminución significativa del ingreso; es decir, su ingreso corriente trimestral pasó de 53,418 pesos en 2018 a 50,309 pesos en 2020 (los cuales incluyen percepciones laborales, rentas, transferencias, entre otros).
La fragilidad se expresa de diferentes formas. La generación de empleo, también lenta, se caracteriza a través de ofertas salariales más bajas, con menos o nulos beneficios, castigando la seguridad social y, en contraste, exigiendo más y mejores habilidades y competencias.
Según datos del IMSS, febrero de 2021 ha sido el mes en el que se han generado más empleos formales: 115,287; al cierre de junio, se registraron 401,648 (el resto del reparto fue así: enero, 47,919; marzo, 88,771; abril, 44,774; mayo, 38,961; junio, 65,936). En pocas palabras, lo que nos dicen los datos es que la generación de empleos no empata con el optimismo de la llamada cuarta transformación.
Hay más datos fríos: al cierre de junio de 2021, consigna un reporte de Manpower, había 20 millones 175,380 trabajadores asegurados en el IMSS; mientras que para el mismo periodo se contabilizaron 30 millones 498,497 trabajadores en la informalidad laboral.
En estos momentos, en buena parte de las áreas de Recursos Humanos de las empresas hay mucho alboroto para adaptarse a las condiciones económicas y a las nuevas políticas regulatorias. La historia en cada organización es distinta pero, en términos generales, la reestructuración en sus nóminas ha derivado en renegociaciones contractuales en las que las partes han tenido que sacrificar algo; nadie puede levantar el puño en señal de victoria.
La receta no es la misma para todas las empresas. Algunas ya cubrieron el pago que tenían pendiente con sus trabajadores, después de sostener salarios recortados. La política del fondo de ahorro, en la que la empresa aportaba una cantidad a favor del empleado, permanece suspendida. Beneficios, como el pago de gasolina, no están considerados. El golpe se ha dado en el diseño de la compensación variable (el bono de productividad). Las pocas buenas noticias pueden venir en una de las prestaciones obligatorias: el pago del PTU (utilidades), en caso -claro- de que las haya.