Bajo una cruzada antagonista y polarizante que se atestigua en el seno del máximo órgano encargado de mantener la paz y seguridad internacionales se consagra la visita del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, el segundo viaje al exterior que transcurre a la mitad del sexenio, tras la primera entrevista efectuada con el expresidente Trump en Washington.
Si bien los ánimos estarán guiados para participar en un debate de alto nivel sobre “Exclusión, desigualdad y conflicto”, en el que se espera centrar el mensaje en el combate a la corrupción, la realidad estará marcada por otros temas duros, de mayor ambición y de enormes repercusiones geopolíticas que están sellando los circuitos del debate internacional.
Afganistán, la situación caótica en Sudán derivado del último golpe de Estado, las reuniones programadas sobre las misiones de apoyo en Libia, Somalia y la República Centroafricana, el estatus de Yemen, el uso de armas químicas en Siria o bien la reunión prevista de revisión de sanciones a Corea del Norte del Comité 1718. Todo lo anterior se materializa en un poderoso recordatorio sobre la naturaleza del máximo órgano de toma de decisiones, aquel que permite el uso de la fuerza, impone sanciones, establece vetos, dicta embargos de armas e instaura tribunales penales internacionales, además de aprobar y coordinar las Operaciones de Mantenimiento de Paz (OMPs).
Será en este escenario enmarañado y complejo donde México busque posicionar sus prioridades internacionales ante un Consejo de Seguridad que utiliza constantemente la interposición del uso del veto entre los cinco miembros permanentes que han obstruido la operación del mismo: 210 vetos en más de 75 años de trabajo que se aderezan bajo el retraso de negociaciones difíciles y prolongadas.
Los datos publicados por la Biblioteca Digital de Naciones Unidas avalan esta inacción, parálisis y disfuncionalidad con el número más bajo de decisiones formales que el Consejo logró respaldar desde 1991: 67 en 2019 y 70 en 2020. Auando a ello, la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China que cada día se formaliza más y sumado al enfado de París con Washington y Londres por el pacto militar con Australia (AUKUS), el número ahora podría inclinarse todavía más a la baja.