Una Casa Blanca distraída de lo que realmente sucedía en Afganistán provocó un caótico retiro de efectivos militares de Kabul y empeñada en dar lecciones de cómo aparentemente exportar un modelo de gobernanza política basada en instituciones y el estado de derecho imputarán impactos temerosos para el mundo.
Afganistán se convertirá en un nuevo divisor internacional en el delicado triángulo Washington-Beijing-Moscú, cuyas brechas de discordia serán agravadas ante el inminente reconocimiento internacional que China y Rusia le otorgarán al gobierno talibán, a propósito de garantizar la estabilidad política en una zona botín entre potencias centrales y regionales.
Con diálogo y múltiples reuniones, Rusia y China impondrán sus condicionantes hacia los talibanes, si es que quieren recibir el anhelado reconocimiento internacional que les permitirá obtener concesiones, créditos, ayudas y representación diplomática. Éste será el tema que guiará las discusiones entre líderes de la Organización de Cooperación de Shanghái a celebrarse el 16 y 17 de septiembre en Dushanbe y en el marco de su vigésimo aniversario.
Ninguno de estos poderes sistémicos y centrales tolerará el extremismo ideológico y el resurgimiento del terrorismo que pueda desestabilizar la esfera de influencia rusa y la pequeña frontera con China, que colinda con la provincia autónoma de Xinjiang, nutrida por la población rebelde y musulmana uigur y región geográficamente estratégica para la implementación de la Iniciativa de la Franja y de la Ruta, el gran proyecto de infraestructuras entre Asia, Europa y África convertida en la carta suprema de Xi Jinping para sellar el ascenso de China como potencia y contrarrestar la influencia de Estados Unidos.
Mientras que los talibanes harán todo lo necesario para que la comunidad internacional los reconozca como fuerza legítima y representativa del pueblo afgano – de ahí su discurso de moderación y amnistía- el mundo Occidental se crispará frente a otros de sus traslapes: la nueva ola de refugiados afganos.
¿A dónde irán?, ¿cómo habrán de repartirse las cuotas?, ¿quién los financiará? Son temas pendientes que están por resolverse y que habrán de generar una enorme convulsión. Con un sentimiento antiinmigrante en Estados Unidos bajo un trumpismo latente y una crisis humanitaria en Centroamérica que ha generado un pico en las detenciones fronterizas, ¿cuántos afganos recibirán la administración de Biden, a 14 meses de las elecciones intermedias?