Krugman hace toda una reconstrucción histórica y crítica de lo que denomina “teoría del alto desarrollo” post Segunda Guerra Mundial, retomando postulados importantes y válidos que fueron olvidados por su incapacidad de ser modelados, que llegan, junto con la geografía económica del momento, a ser elementos fundamentales de su teoría.
Por su parte, es conocido de manera universal el debate que ha sostenido Amartya Sen con respecto al desarrollo y combate de la pobreza, así como su aportación significativo del concepto de “desarrollo humano como libertad” y aumento de “capacidades”.
Es importante señalar que las dos visiones buscan tratar de mejorar las imperfecciones que puede tener el capitalismo, pero no plantean dejarlo. Es entendible porque hasta el momento no tenemos un mejor sistema para generar y crear riqueza, pero sí puede presentar algunas fallas el mercado.
El Premio Nobel de economía Paul Krugman deja claro en su libro “la conciencia de un liberal” que son liberales aquellos que creen en instituciones que limitan las desigualdades y la injusticia, mientras que son progresistas quienes participan, explícita o implícitamente, en iniciativas políticas que defienden y tratan de engrandecer estas instituciones. Son liberales los que creen en un sistema de libertad, pero son responsabilidad social.
En México, con la llegada de López Obrador a la presidencia, se ha intentado llevar a la agenda pública los excesos de la etapa que llama neoliberal. En algunos diagnósticos puede tener la razón, particularmente en que es importante combatir la pobreza y la corrupción. Sin embargo, no es nuevo que para que el capitalismo liberal funcione se necesita un Estado de derecho y es algo en lo que ha fallado nuestra economía durante más de 50 años.
Sin embargo, el gobierno del presidente López Obrador está olvidando que la mejor forma para combatir la pobreza y lograr una mayor equidad es que las personas puedan tener acceso a una educación con calidad, además de que los niños estén bien alimentados. No se ve un proyecto educativo en este gobierno donde México mejore en niveles de comprensión de lectura, español y matemáticas.
El proyecto liberal mexicano del siglo XIX transformó estructuras y prácticas para quitar al país los fueros y las servidumbres, la anarquía de la fuerza. También para liberar a la nación del inmovilismo, del aislamiento del mundo que se industrializaba y que replanteaba la existencia de los viejos imperios, pero tuvo también como eje ofrecer a las personas una mejor calidad educativa para lograr una mayor equidad y hoy no se ve un proyecto educativo en México que busque ese objetivo.