El primero tiene que ver con atender el cambio en la percepción del viajero, porque no cabe duda de que la pandemia modificó el comportamiento de la gente a nivel mundial y que esta nueva normalidad motiva a replantear los servicios del sector hospitalidad, de cara a las vacaciones de fin de año.
El turista, ya sea nacional o internacional, se centrará en el detalle de las medidas sanitarias que le brindan los hoteles y resorts, incluso, que vayan más allá de las que las autoridades locales piden, es decir, es importante contar con protocolos de higiene avalados internacionalmente. Además, es de suma importancia garantizarles a los colaboradores entornos laborales confiables.
Por supuesto que esto trae consigo una inversión que posiblemente no se recupere en este año, pero para reactivar a la industria turística es prioridad renovarse, apegándose a los nuevos desafíos.
El segundo factor tiene que ver con la necesidad de promover más los destinos turísticos del país. Aquí la importancia de hacer uso del Impuesto sobre Hospedaje del 3% para la promoción de México como lugar clave en materia de turismo; en lugares como Cancún, Puerto Vallarta y Los Cabos se lleva a cabo de manera efectiva, a través de los esfuerzos entre la iniciativa privada y los gobiernos locales.
En suma, hay que lucir y promover toda esa riqueza cultural, gastronómica, arquitectónica y natural que tenemos y que, con respeto y honestidad lo digo, muchos países pueden llegar a envidiar.
El tercer punto para atender es la seguridad, porque esto tiene que ver con la imagen al interior y al exterior de México, además de que ayuda a promover la inversión tan necesaria en estos tiempos de pandemia. En este momento todos los países estarán buscando atraer a los turistas nacionales e internacionales, la seguridad se convierte en un sector crucial de elección.