En medio de esa sociedad activa, conferencias como la COP26 todavía tienen sus detractores, entre ellos la sueca Greta Thunberg; Laura Aguilar, de Colombia; Luis Neubaur, de Alemania; y la mexicana Xiye Bautista, quien en su momento declaró que “la crisis del clima es el resultado de quienes perpetúan y mantienen vivos los sistemas dañinos del colonialismo, la opresión, el capitalismo y el ‘greenwashing’”. Las voces de estos jóvenes activistas fueron apoyadas por las más de 8,000 personas que participaron en las movilizaciones ciudadanas de Glasgow, Escocia, durante la cumbre.
Sin duda estas movilizaciones, promovidas generalmente por activistas y defensores de la Tierra que están viviendo el cambio climático desde la primera línea, son reflejo de la frustración que sienten muchos sectores de la población por la falta de ambición de los gobiernos del mundo en revertir el calentamiento global.
Estos grupos, erróneamente considerados “simples minorías”, son la generación que estará votando y decidiendo el rumbo de la democracia en los países de todo el mundo: se están convirtiendo en la voz de jóvenes que no están dispuestos a vivir las consecuencias de las malas decisiones que han tomado los adultos a cargo del mundo.
La magnitud de los cambios que necesitamos ver debe ser impulsada por nuestros gobiernos, pero también debemos recordar el poder que tenemos como ciudadanos para exigir esos cambios y verlos reflejarlos en nuestro día a día.
Además de los principales resultados de esta edición, como la enmienda de última hora introducida por China sobre la "reducción progresiva" del uso del carbón; el compromiso sobre el metano, liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, por el que más de 100 países acordaron reducir las emisiones de este gas de efecto invernadero para 2030, y el acuerdo con respecto al freno a la deforestación; si hay algo para quedarse de la COP26 es que nada de lo que se hable y se acuerde allí dentro tendrá impacto e importancia si no estamos nosotros, como ciudadanía, para respaldarlo, impulsarlo y exigir que se cumpla de principio a fin.
Mientras que el trabajo de los gobiernos es, en gran parte, establecer acuerdos y financiar estrategias efectivas que ayuden a revertir la crisis ambiental, a los ciudadanos nos corresponde exigir que esos acuerdos y estrategias se realicen, usar nuestras voces y votos para elegir representantes y proyectos que estén alineados con las ambiciones climáticas, e involucrarnos más con el trabajo que hacen nuestros gobernantes.
Probablemente nuestros padres y nuestras abuelas nunca imaginaron que en nuestros tiempos el cambio climático sería un tema de conversación; sin embargo, hoy es nuestro deber comenzar a generar el cambio que le permita a las futuras generaciones habitar un planeta saludable y vivir un futuro más sostenible.
Nota del editor: Diego Reyeros es Director de Desarrollo makesense Américas. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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