Se espera que se discutan propuestas y que se alcancen acuerdos y compromisos internacionales, entre diferentes sectores para mitigar el cambio climático, en especial sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que, según la opinión de los científicos, es la principal causa humana detrás del calentamiento.
Para ponerlo en perspectiva, la Agencia Internacional de Energía estima que durante 2021 las emisiones globales de CO2 registrarían su segundo incremento más elevado desde que se tiene registro.
Aquí se encuentra el primer gran obstáculo. Pese a que muchas economías están experimentando una terciarización (mayor preponderancia de los servicios en la actividad económica), el motor de muchas de ellas, China e India entre ellas, sigue siendo la industria, sector que requiere mucha energía para operar y, por lo tanto, uno de los que más contamina.
Pese al progreso de energías menos contaminantes, la energía sigue siendo insuficiente para las exigencias del ritmo de producción y consumo mundial, por lo que reemplazarlas, unas por otras tajantemente, resulta prácticamente imposible en los próximos 10 años.
Pero la industria no es el único sector que contribuye de forma significativa al calentamiento global, de hecho, básicamente cualquier actividad humana, contribuye de una u otra forma.
El sector servicios, especialmente el transporte, tanto de pasajeros como de mercancías, también depende del consumo de energía fósil para operar. En cuanto al sector primario, las emisiones provienen de la producción de carne y la ganadería, y su impacto medioambiental se potencia con los monocultivos y la deforestación deliberada para crear nuevos espacios cultivables.
En fin, ejemplos del impacto ambiental que tienen las actividades humanas de producción y consumo hay muchos, y a primera vista la solución parece ser obvia: si no prohibir, al menos limitar estas actividades. Pero no es así de sencillo.
El dilema es el siguiente: la urgencia del cambio climático exige que se limite la emisión de gases de efecto invernadero provenientes de esas actividades, pero a su vez, la economía mundial, que recién se recupera de los estragos de la pandemia, necesita de un ritmo acelerado de producción para satisfacer la demanda dinámica de una población en constante crecimiento, la cual necesita de energía contaminante, ya que por el momento es imposible de reemplazar con otro tipo de energías.