El año que terminó fue el peor para el bolsillo de los mexicanos en dos décadas, pues cerró con una inflación de 7.36%, su peor resultado desde octubre de 2001, informó el Inegi. En tanto, el Banco de México espera que, durante los primeros tres meses de 2022, la inflación llegue a 6.3%.
2022 es un año de enorme incertidumbre, las expectativas de crecimiento de la economía mexicana incluso son altamente inciertas. Además, la ruptura en las cadenas globales de valor, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, Ómicron, las presiones inflacionarias y los enormes desajustes entre la oferta y la demanda contaminan el panorama económico, en el corto y el mediano plazo.
Estamos viviendo una presión inflacionaria no observada en 20 años y no se ve con claridad cuándo será su punto de inflexión. Si bien la inflación es de un dígito, hay un hecho: el aumento de precios en alimentos y energéticos ha sido de doble dígito, lo que afecta significativamente la capacidad de compra de las familias. Así, la escalada de precios está afectando sobre todo a la población con menores ingresos, que destina 40% de su gasto a consumo de alimentos, bebidas, transporte.
“Hay múltiples factores que no permiten asegurar que en marzo alcanzaremos el máximo nivel (de inflación). Todo parecería indicar que en 2022, por lo menos, se mantiene una tasa de inflación semejante a 2021 o ligeramente inferior”, afirma Enrique Dussel Peters, profesor del posgrado en Economía de la UNAM. “En realidad, será hasta 2023 cuando la inflación regrese a niveles de 4%”.
“Será un 2022 donde las familias mexicanas seguirán viendo aumentos relevantes en los precios. Así, no estamos solo frente a la ‘cuesta de enero’, sino que nos enfilamos hacia la ‘cuesta de 2022’”, complementa José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.
“En enero, con todo y el efecto estacional, tendremos inflaciones relativamente altas. Pero lamentablemente no se ve mucho mejor el resto del año”, advierte Sergio Luna, economista de la Universidad de Londres.
Para enfrentar esta prolongada cuesta se requiere de mucha cautela. Ante la volatilidad de precios, la recomendación es ser muy cautos con las compras coyunturales y revisar en todo momento las diferencias de precios, ya que éstas pueden ser muy significativas; por tanto, es pertinente la adecuación de los esquemas de finanzas familiares que permitan priorizar los gastos esenciales y evitar los innecesarios.