Algunas personas podrán responder que el subdesarrollo de México le conviene al país vecino, esta respuesta la omito porque traslada la culpa a un externo y, como siempre, es más fácil echarle la culpa a alguien más que aceptar la responsabilidad propia a lo que se ha hecho o dejado de hacer.
En la búsqueda de actores que ganan con esta situación, vamos a poner en el banquillo de los acusados a dos que son estratégicos para el pleno funcionamiento de la economía: la empresa y el gobierno.
Empecemos el juicio. ¿Qué tanto les conviene a las personas que se dedican a la actividad empresarial que el país esté sumergido en el subdesarrollo? Cualquiera pudiera responder que es una tontería pensar que a las empresas les conviene el subdesarrollo, al contrario, la mejor situación para ellas es que el mercado cuente con poder adquisitivo y aumente su nivel de consumo. Hasta aquí, todos estamos de acuerdo, pero ¿qué sucede con las compañías que han ganado siendo monopolios? Es aquí donde el incentivo se vuelve perverso.
Desafortunadamente, en México los grandes ganadores económicos son aquellos que han podido monopolizar. La economía mexicana no puede entenderse sin esa falta de competencia, la cual cuesta, y mucho, a toda la ciudadanía. No solo se paga caro, sino que, en la mayoría de las ocasiones, el producto y/o servicio es de mala calidad.
Entonces ¿qué nivel de conveniencia tienen las empresas en mantener al país en esos niveles de subdesarrollo? En general, les convendría que México se desarrollara si no existe un monopolio, si lo hay, en realidad no les conviene que cambie mucho la situación actual.
Siguiente acusado: el gobierno. Se supone que al gobierno, a la administración y a las personas involucradas en la política les conviene que la economía crezca y se desarrolle, ya que de esta manera se logran dos objetivos: disminuir la pobreza y aumentar el ingreso tributario, debido al aumento de actividad productiva y de consumo. Pero ¿qué sucede cuando un grupo selecto se ha apropiado de la política y la ve como su negocio personal? Y volvemos al problema de la falta de competencia y monopolios…
Estos argumentos son los que me llevan a esta primera conclusión general: mientras la política y la actividad empresarial sigan en unas cuantas manos, y generalmente recae en las mismas personas, México seguirá siendo un país subdesarrollo, porque para este grupo selecto la pobreza y el subdesarrollo se han convertido en el gran negocio.