Una decisión de la magnitud de la tomada por Citigroup jamás es ‘univariada’, así que no caeré en la fruslería de la sobre simplificación; te propongo que pensemos juntos en términos de lo que ha pasado en los últimos cinco años y lo que vendrá para antes del cierre de década.
¿Es la orientación política de México el disparador de esta venta?, yo estoy seguro de que la respuesta es no; cuatro elementos soportan mi dicho:
1. Los grandes corporativos no suelen tomar acciones estructurales por situaciones coyunturales;
2. Esta venta es parte de una estrategia global que inició tiempo atrás;
3. La banca retail de Citibanamex es una de las más rentables del mundo y no se ven afectaciones significativas en los últimos años;
4. El sistema financiero tradicional mexicano no ha recibido señales gubernamentales que prendan sus alarmas y con los cuales no se sientan capaces de lidiar y/o cabildear (tan es así que ya varios jugadores actuales han manifestado interés en participar en la posible compra de Citibanamex).
¿La revolución Fintech tiene algún rol en todo esto? Definitivamente sí, y me atrevo a decir que es protagónico. Pensemos en que el banco tiene cerca de 1,500 sucursales que generan un alud de costos, gastos, riesgos y problemas que, lejos de disminuir, crecen día con día de forma imparable y más que proporcional que los ingresos de ellas derivados, sucursales a las que los cuentahabientes de mayor contribución (saldo) cada día van menos y menos quieren acudir, dejándolas como puntos de solución de trivialidades.
Esto empezó a cambiar rápidamente en otras latitudes (China, Sudáfrica, Kenia, Rusia) y con enorme fuerza en el grupo poblacional menor de 40 años volviéndolo un tsunami, situación de la cual sería de párvulos pensar que los directores de Citi desconocían.
La mega tendencia era evidente, pero la pandemia de COVID-19 metió turbo al cambio como no se había visto en toda la historia de la humanidad; no te explico lo que tú mismo vives. Neobancos, bancos como servicio (BaaS), crowdfundings, medios de pago, plataformas de inversión y un sinfín de etcéteras aparecieron y en tan sólo cinco años han llegado a tener valuaciones astronómicas y realizan tantas o más operaciones que muchos de los bancos mundiales, pero con una característica: costos y gastos que son una fracción de los de una institución tradicional y con niveles de seguridad infinitamente superiores.