Probablemente el día de hoy difícilmente podrías sentir felicidad, pero con el tiempo y si hay un trabajo personal para cambiar sí podrías lograrlo. Recuerda que la felicidad no necesariamente es sinónimo de alegría y sonrisas. Principalmente tiene que ver con aceptar nuestras emociones… y nuestra humanidad.
Los psicólogos decimos: lo que no se repara se repite. Si no resolvemos los problemas pendientes del pasado que cargamos en nuestras mochilas emocionales tarde o temprano vuelven a salir y repetiremos conductas que sabemos que son dañinas pero que no sabemos cómo cambiar.
¿A qué me refiero con que se necesita un trabajo personal?
Cada cabeza es un mundo y desconozco qué asuntos del pasado de Will Smith lo llevaron a actuar así, pero si yo estuviera en su lugar me vienen a la mente algunos aprendizajes para reflexionar y enmendar lo hecho:
1. Tu emoción es válida, tu manera de expresarla no siempre lo es
Si hay algo claro en la reacción de Will Smith fue su pobre manejo de emociones. Sin pensarlo dio una bofetada al presentador con el pretexto de defender la honra de su esposa. Al sentirse vulnerado, reaccionó a través de la violencia física. Sin embargo, experimentar emociones desagradables como ira y furia no justifica que se pueda actuar de esa manera.
Todas nuestras emociones son válidas, pero lo que hay que analizar son las conductas negativas que llevamos a cabo cuando sentimos esas emociones. Siempre que identifiques una emoción desagradable, valídala. No la veas como una exageración o que no está bien sentirla.
Lo que no siempre es adecuado o justificable es la conducta asociada a esa emoción. La violencia es una conducta que no podemos normalizar cuando se experimentan emociones desagradables.
Para prevenir hay que desarrollar mecanismos de autorregulación que nos preparen para reaccionar ante algo que nos disgusta.
2. El amor jamás puede justificar la violencia
“El amor te hace cometer locuras” fue lo que el actor justificó. Es el mismo argumento que lamentablemente emplean las personas que son maltratadoras: pensar que todo está permitido ‘en nombre del amor’.
Eso no se llama amor, es toxicidad. El riesgo es que usar el argumento del amor permite que siga existiendo la violencia machista, pues el discurso de este ‘tipo de amor’ justifica la violencia hacia las mujeres. “Por amor te insulté o te pegué”. Incluso lo más extremo: “Como no podía vivir sin ella, la maté”.
3. Ofrece disculpas y comprométete a hacer cambios
Tener la humildad de ofrecer disculpas y entender que eso incluye la responsabilidad de hacer cambios para que no vuelva a ocurrir es el siguiente paso.
Si sigues equivocándote siempre en lo mismo, sin hacer nada para evitarlo en un futuro, será mucho más difícil perdonarte cuando lo cometas la próxima vez porque la culpa se acumulará.
Es importante que identifiques qué te lleva a cometer esos errores y eso es algo que no tienes que hacer a solas. El apoyo profesional te ayudará a acortar el tiempo para encontrar esas respuestas.
En la terapia encontrarás mecanismos que te ayudarán a comprometerte para no actuar de la misma manera la próxima vez que te encuentres en una situación así.