Por cuestiones supongo presupuestales y también por el tamaño actual del universo de concursos admitidos en los pasados 18 meses (menos de 50 concursos), por ahora el Consejo de la Judicatura Federal determinó solamente crear dos juzgados concursales en todo el país.
En consecuencia, los dos juzgados especializados que operan ya en la Ciudad de México tendrán competencia nacional, es decir, a partir de ahora, cualquier concurso que se presente en cualquier parte de la República será conocido por uno de estos dos juzgados, sin importar el Estado en el que se presente la solicitud o demanda, y sin importar, también, en donde tenga su domicilio la empresa concursada.
Al frente de los juzgados el Consejo designó: para el Primer Juzgado a Olga Borja Cárdenas, quien se desempeñaba como Jueza de Distrito en Materia Mercantil en Oaxaca, y es egresada de la UNAM, donde se tituló en 1994; para el Segundo Juzgado, a Saúl Martínez Lira, quien se desempeñaba como Juez Cuarto de Distrito en el Estado de México, y es egresado de Universidad Tecnológica de México, donde se tituló en 1997.
Con el propósito de ir generando criterios uniformes y una colaboración cercana entre ambos juzgadores, el Consejo tuvo el acierto de designar a ambos jueces como competentes en materia de amparo respecto del otro juzgado. Es decir, en todos los amparos indirectos que se promuevan contra uno de los jueces serán conocidos por el otro, y así, con el tiempo irán generando criterios de actuación homogéneos y seguramente consensuados entre ellos.
Esto, en mi opinión, generará una práctica concursal que dará certidumbre a los procesos a partir de ahora.
En definitiva, los que somos apasionados del concurso mercantil estamos muy contentos por la creación de los nuevos juzgados.
Pues bien, ya tenemos los añorados juzgados especializados en concursos mercantiles. ¿Qué sigue ahora? Como en todos los temas de estado de derecho en nuestro país, la lista es larga. Hay muchos pendientes, incluso reformas a la Ley que son urgentes.
Entre los múltiples pendientes, hoy, en este espacio, me quiero referir a un tema que no depende ni del legislativo, ni del Consejo, ni de los nuevos jueces. Se trata de un urgente y necesario cambio de paradigma en la práctica profesional relacionada con los concursos mercantiles, se trata en gran medida de la conducta y del compromiso de nosotros, quienes de un modo u otro nos dedicamos a los concursos mercantiles.
Estamos ante un nuevo comienzo, una nueva etapa en la vida de los concursos mercantiles de México. Los practicantes tenemos la oportunidad de oro de ayudar a los nuevos jueces a reenfocar el concurso mercantil mexicano.
Como primera asignatura urgente nos corresponde cambiar el paradigma; debemos regresar al propósito seminal de la Ley de Concursos: salvar unidades económicas, ya sean estas sociedades mercantiles o personas físicas.
Como practicantes en general, como barra, debemos dejar atrás la creencia (y práctica) de que el concurso mercantil es meramente una modalidad del litigio mercantil, un proceso más para enfrentarse con contrapartes y apostar a la victoria judicial en detrimento del otro (y sufrir la derrota cuando el otro gana).
Debemos dejar atrás la dinámica de actuar dentro de un concurso como si se tratara de un juicio a muerte para que sólo uno salga victorioso. De hecho, esta dinámica, por lo general produce cero ganadores y una empresa quebrada, es decir, todos pierden.
¿A qué cambio de paradigma me refiero? Debemos poner a la unidad económica (sociedad o persona física) en el centro. Debemos entender (recordar tal vez) que cuando estamos en un concurso mercantil todos somos partes interesadas (stakeholders dicen los anglosajones).