Más allá de los factores coyunturales en la economía global y del entorno político convulso en nuestros países, algo que tampoco es una novedad, siguen ahí un mercado potencial inmenso, la posibilidad de obtener rendimientos extraordinarios en comparación con otras inversiones en mercados más maduros y una base de talento emprendedor sólida.
Como opinó el periodista económico Enrique Quintana respecto al buen desempeño de la IED en México en el primer trimestre del año, en contraste con la inversión general que sigue por los suelos, en niveles de hace 11 años. Ante la pregunta de si los inversores del exterior ven algo que los mexicanos no alcanzan a notar, concluye que, finalmente, siguen apostando por el país, no por un gobierno, y eso hace toda la diferencia al considerar riesgos y oportunidades en una perspectiva de largo plazo.
Otro caso que viene a la mente es el de Colombia. En un escenario de polarización política vive un verdadero boom de emprendimiento, con nuevos unicornios de más de mil millones de dólares y un número creciente de startups que están recaudando importantes inversiones y expandiéndose a otros países.
Por lo pronto, de acuerdo con el registro que acaba de presentar la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina (LAVCA, por las siglas en inglés), tras la marca de 2021, con más de 15,700 millones de dólares invertidos en la región, más que en toda la década anterior, no se ven signos de enfriamiento, al menos al ritmo que parece hacerlo en el resto del mundo.
El volumen de capital de riesgo canalizado a nuevas empresas latinoamericanas en el primer cuarto de este año muestra una ligera disminución respecto a trimestres anteriores, pero la captación alcanzó 2,800 millones de dólares, 67% más que en el mismo periodo de 2021 y más de cuatro veces el monto observado que en el mismo trimestre de 2021.
Además, el fondeo para fases tempranas no declinó y hubo un aumento significativo en el tamaño promedio de las inversiones: 1.6 y 2.6 veces más que en el mismo lapso del año pasado para los tickets de etapa semilla e inicial, respectivamente.
Hay que considerar que esas cifras se concentran en inversiones en las que participó al menos un fondo institucional de venture capital, por lo que no incluyen algunos de los más importantes financiamientos; por ejemplo, los de deuda o capital de riesgo corporativo. De acuerdo con el seguimiento del sitio especializado en startups Crunchbase, el fondeo en el trimestre ascendió a 3,400 millones de dólares, 30% menos que en el último trimestre de 2021, pero superior en un porcentaje similar al primer cuarto de hace un año.
¿Qué siguen viendo inversionistas de todo el mundo en América Latina, además de los diferenciales en tasas de interés aún amplios? Lo mismo que muchos emprendedores en la región: mercados de productos y servicios que no pueden sino crecer a partir de las pistas abiertas por la revolución digital. A mayor rezago y mayor acceso, más cancha para lo que en la industria de capital emprendedor conocemos como escalabilidad.
El caso del sector fintech es ilustrativo. Tomemos el ejemplo de México. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, recién publicada, sobre un universo de 90 millones de personas de 18 a 70 años, todavía hay más de 33 millones sin ningún producto financiero formal, sea cuenta de ahorro o un plan de pensión (Afore).
Menos de 18 millones tienen algún seguro y los que cuentan con crédito no llegan al 33% de la población adulta, lo que podría verse como un mercado virgen de más de 62 millones de personas. En materia de pagos, para compras de 501 pesos, cerca de 80% usó efectivo, menos de 13% tarjeta de débito, solo 3.4% de crédito y 3.3% otros medios, como transferencias electrónicas, cheques, tarjetas prepagadas y cargos domiciliados.