La inflación es mala, especialmente para quienes menos tienen. Si el incremento en los precios de los bienes y servicios es superior al de los ingresos de los hogares, estos últimos se verán imposibilitados de seguir adquiriendo la misma cantidad, calidad y variedad de satisfactores que antes, lo que disminuye su bienestar.
El impacto es peor sobre aquellos de menores ingresos, puesto que podrían llegar al punto de ni siquiera poder satisfacer sus necesidades más elementales (alimentos, salud, educación).
El alza en precios es un fenómeno mundial. En abril pasado, el índice de precios al consumidor en nuestro país registró una variación interanual de 7.7%, la mayor en más de 20 años. Algo similar a lo que han enfrentado, desde países desarrollados, como Estados Unidos (8.3%) y Alemania (8.7%), hasta emergentes, como Brasil (12.1%) e India (6.3%).
Sin embargo, ¿por qué la OCDE sugiere una política de abstención y no una de intervención? En primer lugar, recordemos que fue la intervención del Estado en la economía lo que generó los desbalances entre oferta y demanda, que a la postre resultaron en un alza sostenida y generalizada en los precios alrededor del mundo.
Por un lado, los gobiernos ordenaron que se detuvieran las actividades no “esenciales”, medidas que, hasta cierto punto, todavía están vigentes en algunas regiones (China) y siguen obstruyendo la producción de bienes y servicios. Por otro lado, implementaron extraordinarios apoyos fiscales y una política monetaria ultra expansiva, más visible en países desarrollados, como Estados Unidos, lo que provocó una extraordinaria recuperación del gasto.
En segundo lugar, las “medidas distorsionadoras” a las que la OCDE hace referencia son los subsidios, los controles de precios y las restricciones al comercio, y para entender por qué estas políticas pueden amplificar el problema de la inflación, hay que tomar en cuenta que la economía de mercado se basa en la cooperación voluntaria y en la libre movilidad de precios y factores de la producción.
En este esquema, por ejemplo, el incremento en los precios del petróleo, asociado a la recuperación económica global y a las sanciones aplicadas a Rusia (un participante relevante en el mercado), provocará que, atraídos por la expectativa de mayores utilidades, los oferentes existentes eleven su producción y/o nuevos jugadores se integren al mercado, como lo podrían ser los productores en campos no convencionales, cuyos altos costos de operación serían cubiertos con los precios actuales.
Naturalmente, el mercado volverá a equilibrarse después de un tiempo, ya que no hay que olvidar que los ajustes en la oferta son más pausados en la demanda, pues toma tiempo obtener y organizar de forma eficaz todos los factores de la producción.