Este incremento es consistente con la inflación que hemos observado en los alimentos y bebidas no alcohólicas, cuya aportación a la inflación general no ha dejado de aumentar desde mayo de 2021. Así, mientras enfrentamos una inflación general de 7.65% , los alimentos muestran tasas anuales de doble dígito, alcanzando un incremento de 13.4% en mayo.
Esta situación es particularmente preocupante porque las personas que dedican una mayor proporción de su ingreso a estos bienes son las que menos tienen.
Así, una vez más la inflación de este año prueba ser un reto más complejo de lo anticipado. Por un lado, si bien en México observamos una tasa anual en mayo menor a la de abril, esto fue principalmente por el programa de tarifas de verano de CFE. En realidad, la inflación subyacente, que excluye energéticos y agropecuarios y es un mejor indicador sobre hacia dónde va la tendencia de los precios en el mediano plazo, siguió al alza.
Por otro lado, el dato de la inflación de mayo en Estados Unidos tiró a los mercados al registrar su nivel más alto en 40 años, afectando a la confianza de consumidores e inversionistas, y elevó las expectativas de un ciclo más agresivo de alza de tasas por parte de la Reserva Federal para contener la inflación y, por lo tanto, de una posible desaceleración de la actividad económica e incluso una recesión en 2023 en Estados Unidos.
Si algo nos quedó claro esta semana fue que las medidas para contener la inflación, tanto de los bancos centrales como del gobierno –por ejemplo el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) en México–, no están dando resultado lo suficientemente pronto. En consecuencia, la política monetaria tendrá que ser más agresiva. El día de ayer observamos un incremento de la tasa de interés de referencia en Estados Unidos de 0.75% y se espera un cambio de la misma magnitud en México la próxima semana.
En cuanto a los mercados financieros, es normal que las expectativas de un posible freno a la economía por los mayores costos de financiamiento generen desconfianza entre los inversionistas y estos busquen vender las acciones para trasladar sus portafolios a activos con menor riesgo como los bonos.
Por otra parte, en la economía real estas medidas frenan el consumo y las perspectivas de las empresas son cada vez más negativas. Sin embargo, una recesión para el próximo año aún no me parece inminente y para México es incluso menos probable.
En el caso de México, el Producto Interno Bruto se reactivó en el primer trimestre de este año después de una segunda mitad de 2021 de estancamiento. Asimismo, el consumo interno en nuestro país muestra una dinámica positiva, encontrándose en niveles máximos a pesar de los constantes incrementos a la tasa de interés.
México, al ser un país con menor penetración del sistema financiero, los movimientos en las tasas muestran un bajo efecto en el consumo final (conocido como canal del crédito de la política monetaria). Esto le da margen al Banco de México para seguir incrementando la tasa de política monetaria y que esta actúe principalmente a través del canal de las expectativas para que se mantengan ancladas.