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#Entrelíneas | El pleito eléctrico y sus ramificaciones

La acción tomada por el gobierno de EU en torno del mercado energético en América del Norte ha provocado un sinfín de emociones en la comunidad empresarial basada en México, apunta Jonathán Torres.
lun 25 julio 2022 06:05 AM

El patriotismo se exaltará. La demagogia dominará. La esencia de una negociación comercial de alto nivel no se manifestará, públicamente. Hoy es momento de estirar la liga, confrontar, enseñar los dientes y dejar en claro que las consecuencias se asumirán. Cuesten lo que cuesten.

La primera fase de las solicitudes de consulta que presentaron la semana pasada los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, en el marco del T-MEC, por la política energética de México, apenas comienza pero en la comunidad empresarial el consenso es que nada bueno saldrá de esto.

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Así, esta serie tendrá varios capítulos. Primero, el discurso político dominará y los llamados de defensa a la patria se multiplicarán. Después, lejos de los reflectores, los representantes del gobierno mexicano buscarán la manera de conciliar con sus contrapartes estadounidenses y canadienses para no escalar más el diferendo comercial. En simultáneo, las inversiones principalmente en el sector eléctrico se mantendrán en vilo.

La acción tomada por el gobierno de Estados Unidos en torno del mercado energético en América del Norte ha provocado un sinfín de emociones en la comunidad empresarial basada en México. Por una parte deja una cierta sensación de victoria porque significa un respaldo a las posturas ya conocidas por diversos jugadores del sector que advertían del cambio de reglas. Sin embargo, también hay desazón pues algunas empresas acusan, en voz baja, que persiste la campaña de persecución en su contra.

Sin duda, enojan y preocupan las primeras reacciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues dejan la sensación de que el gobierno mexicano, o su miembro más influyente, no está dimensionando el gran problema en el que pondría al país, pero sobre todo las implicaciones que sus decisiones tendrían en la economía y en los negocios.

Por lo pronto, ningún jugador del sector eléctrico, nacional o extranjero, hará algún pronunciamiento público. La inversión extranjera en este rubro no tiene, de momento, ningún incentivo para multiplicarse. Las representaciones empresariales dejarán en manos de las autoridades estadounidenses y canadienses la suerte de las inversiones; también, apuestan a que el pleito termine en las próximas semanas en santa paz.

El rejuego político, bajo el cristal del sector privado, se piensa de alguna forma así: si el oído del presidente se deja ir por las posturas del director general de la CFE, Manuel Bartlett, y de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, la batalla está perdida y el deterioro del mercado eléctrico se intensificará; pero, si domina la técnica y el conocimiento de los expertos de la Secretaría de Economía, el desenlace podría no ser tan amargo.

Se sabe que en la Secretaría de Economía hay personal que tiene presente las dificultades para montar la defensa del Estado frente a este caso; en el sector privado hay confianza en el equipo de Tatiana Clouthier, conformado por gente con experiencia y mucho roce internacional que sabe en lo que estamos metidos, pero también es evidente que hay una línea que viene de Palacio Nacional que puede desdeñar la técnica y dar paso a la ideología.

Vienen semanas intensas. Según una ruta trazada por el IMCO, a partir de la controversia presentada (20 de julio) deben correr 30 días para la solicitud de consultas y después 45 días para su realización (19 de agosto como fecha límite). Hasta este momento no se tienen antecedentes de un solo caso que se haya resuelto en esa primera instancia; ciertamente, por las implicaciones del caso, no habría que descartar un arreglo pero, fuera de Las Vegas, no es recomendable aportar por ello.

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Nadie quiere llegar al 3 de octubre con los ánimos alterados. Ese día se marca como la fecha fatal para la resolución del caso o la petición de establecimiento de un panel de controversias. Posteriormente vendría la designación del presidente del panel y de los panelistas, para después esperar el informe final hacia el 1 de mayo de 2023. También, es posible que Canadá continúe otro proceso en paralelo.

En tiempos de comercio se piensa que este lapso es corto. Se tiene presente que en la OMC los pleitos pueden durar cinco años o más. Entonces, tener en menos de un año una resolución de un tema tan complejo y con tantas aristas es al final una buena noticia.

Sin embargo, lo que preocupa es que, si el pleito termina en un panel y se pierde, el precio por pagar sería brutalmente alto. Contexto: en controversias pasadas, el caso más sonado fue el de autotransporte de carga de México contra Estados Unidos que significó represalias por 2,000 mdd. Al respecto, Ildefonso Guajardo, exsecretario de Economía, sostiene que si Estados Unidos gana el panel de controversias en el marco del T-MEC podría imponer a México aranceles por el monto del daño causado en el sector energético, que estima en más de 30,000 mdd.

Habría más platos rotos por pagar. En un panel de controversias (Estado a Estado) las afectaciones no solo son a los inversionistas del sector de la energía sino al futuro de las inversiones en el sector manufactura que requieren de energías limpias. Y ahí pueden caber muchos sectores.

Ahora bien, ya con la cabeza más fría también vale la pena mirar el fenómeno bajo otro cristal y, así, quizá todo esto derive en una buena noticia: finalmente vamos a saber cuál es el alcance real de acción del gobierno mexicano en materia energética.

A lo largo de este sexenio, la discusión en materia energética se ha desplegado en un circo de 1,000 pistas. Ahora, con un diferendo de este calibre no habrá espacio para el dogma. La resolución que venga dotará de certeza. Al fin sabremos si el gobierno mexicano tiene la razón o no, y los inversionistas sabrán cuáles son las reglas del juego; después de un largo periodo de zozobra, el panorama se esclarecerá para bien o para mal.

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No todo es furia. Hay jugadores del sector energético que observan desde las gradas la encendida coyuntura. No solo consideran que la autollamada cuarta transformación tiene buenas iniciativas, sino que están haciendo grandes negocios y ya se frotan las manos para generar más utilidades.

Sí, a sus ejecutivos les resulta complicado “vender México”, pero han sabido jugar una carta: no hablar de números (inversiones) sino de la resonancia de sus operaciones con una visión social. Así el storytelling.

Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

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