Al cabo del tiempo, y hasta nuestros días, los trabajos más demandantes en el aspecto físico son lo que, por lo general, reciben una remuneración más baja respecto de otros empleos.
Sin embargo, es indiscutible que actividades como la agricultura, la minería, o la pesca, son de gran relevancia para que las personas del mundo mantengamos satisfechas nuestras necesidades básicas. Sin ellas, simplemente, careceríamos de lo elemental para subsistir, que ya no para vivir con comodidad.
Quienes se dedican a las actividades agrícolas, mineras, pesqueras y de más con frecuencia reciben sueldos muy bajos que les impiden acceder a productos de consumo para sus familias, y a servicios como la educación de calidad y atención sanitaria. En cambio, es mucho lo que aportan a la economía y a la sociedad.
En realidad, los empleos ocupados por egresados de educación universitaria tienden a ser los mejor pagados en México, así como en Estados Unidos y múltiples otros países.
Empero, lo cierto es que el número de individuos que obtienen un título universitario es relativamente reducido (en México, aunque lo mismo ocurre en la mayoría de las naciones desarrolladas y emergentes), por lo que gran parte de la población difícilmente aspira a graduarse de una universidad pública o privada.
Por supuesto, es legítimo que cualquier joven anhele ser ingeniero, abogado o arquitecto con el propósito de generar ingresos suficientes para mejorar su calidad de vida. No obstante, aquella parte de la población a la que no le sea posible acceder a la educación superior, no debiera ser excluida del desarrollo, ni mucho menos considerársele menos valiosa para el bien común.
La gente trabajadora con capacidades técnicas (pero sin estudios universitarios) para la construcción, el mantenimiento y la industria forma parte de una cadena de valor que ha abierto la llave del crecimiento económico en las últimas décadas. Eso sí, los sueldos que perciben estos individuos han permanecido prácticamente estancados.
A su vez, los educadores son profesionistas que contribuyen enormemente a la sociedad. Si bien los ingresos de los maestros varían en función de diversos factores, podríamos coincidir en que, por lo general, no gozan de un salario a la altura de sus aportaciones al interés colectivo.