En economías emergentes como las de América Latina, aunado al aumento de precios, la desaceleración económica proyecta un escenario poco favorable y con crecimientos limitados para las empresas, los inversionistas se han vuelto cautelosos y los aumentos en las tasas de interés de los bancos centrales están ocasionando una baja demanda de crédito, y con ello, están minando las posibilidades de inversión para muchas compañías.
México no es ajeno a esto, pero aún ante este panorama que pinta para ser poco más que aterrador, un sector sigue proyectando crecimientos: el fintech y no es que estas empresas estén ajenas al contexto, sino que muchas de ellas se han enfocado en un mercado, que aunque vulnerable, tiene mucho potencial: los usuarios y empresas no bancarizados.
El Radar Fintech e Incumbentes 2021 de Finnovista señala que 59% de los usuarios de las fintech mexicanas son personas y empresas sin acceso a la banca tradicional, en concreto el mercado más preocupante ante un contexto de crisis.
Nuevos horizontes
El valor de las fintech en materia de inclusión financiera ha sido indiscutible, servicios como préstamos al consumo; sin embargo, para que este crecimiento sea sostenido, las fintech necesitan traducir su modelos de negocio en utilidades para ganarse la confianza de los inversionistas.
Recientemente, una empresa se sumó a la lista de los anhelados unicornios, otra fintech, vale la pena precisar. Su incorporación a la lista de empresas míticas es y será clave, no sólo porque México suma un unicornio más, sino porque su valuación es reflejo de que las fintech, aún ante el complejo panorama económico, son empresas por las que hay que apostar.
Desde hace algunos años, las fintech llegaron a revolucionar por completo el ecosistema financiero. Elaboran productos y servicios innovadores con un desarrollo centrado en la tecnología para el perfeccionamiento de su captación de usuarios y un vuelco total por la experiencia del cliente basada en sus necesidades individuales y colectivas. Además, las fintech han ofrecido la posibilidad de una inclusión financiera más sólida, particularmente en países con bajos índices de población bancarizada.
Las fintech voltearon a ver a demografías prácticamente olvidadas por instituciones tradicionales: mujeres, poblaciones rurales, jóvenes y, sobre todo, a las personas que se encuentran al frente de las pymes, que son la espina dorsal económica de la región latinoamericana.
Han abonado a romper brechas importantes y, en momentos de crisis como el actual, se vuelven genuinos salvavidas para millones de personas y empresas, en la medida que les permiten no sólo sobrevivir, sino incluso proyectar crecimientos para el futuro más esperanzador.