Consultorios adyacentes a farmacias, solución innegable
Si bien en las instituciones de salud pública tienen un robusto primer nivel de atención, la sobre demanda de servicios genera una profunda insatisfacción en términos de acceso a citas y calidad.
(Expansión) - México tiene uno de los sistemas de salud más grandes del mundo, sin embargo está lejos de ser de los mejores, ya que ocupamos como país el lugar número 62 de acuerdo con RCG Health Index 2021.
Aunque las razones de esta ineficiencia son multifactoriales, apuntaremos a tres de ellos a fin de proponer escenarios factibles para el futuro de la salud en México. El racional detrás de este análisis supone una alineación de incentivos en los tres órdenes: 1. El presupuesto en función del PIB. 2. La tasa de cobertura de médicos por habitantes. 3. La utilización del sistema de salud por los usuarios.
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El Sistema Público de Salud tiene más de 100 millones de derechohabientes con un presupuesto que asciende a 817,000 millones de pesos (Presupuesto Público de la Federación 2021-2022). Este monto solo equivale al 3% del PIB, contrastando por mucho con la media del 6% de los países miembros de la OCDE.
Tres instituciones (IMSS, ISSSTE y Secretaría de Salud) se llevan la mayor parte del presupuesto, el 90% de este está etiquetado para salud a las personas (programas de prevención y atención clínica -incluyendo cirugías y medicamentos), a las comunidades (programas de prevención como la vacunación) y a generación de recursos humano (contratos para personal de salud). Son buenas intenciones pero no alcanzan.
A pesar de que contamos con más de 350,000 médicos, solo alcanzamos una tasa de 2.4 doctores por 1000 habitantes, contrastando con una media de 3.4 acorde a la OCDE. Además hay una asimetría brutal: mientras existen ciudades con una densidad de médicos superior a 7 profesionales por cada 1000 habitantes, existen comunidades donde no llega al 0.01 doctores por millar de ciudadanos.
A esto agregamos que los 210,000 médicos generales disponibles no están incentivados para ejercer un plan de vida y carrera como médicos de primer contacto, por lo que el primer nivel de atención está desprotegido. Si bien en las instituciones de salud pública tienen un robusto primer nivel de atención, la sobre demanda de servicios genera una profunda insatisfacción en términos de acceso a citas y calidad.
Según cifras de la OCDE, en el 2019 sólo el 48% de la población se sentía satisfecha con los servicios de salud. Si a ese nivel de insatisfacción agregamos el efecto postpandemia, se entiende la utilización del subsistema privado para solventar necesidades no cubiertas.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2021, del total de mexicanos que solicitaron una atención de salud, el 39% lo hizo en el IMSS y la Secretaría de Salud y los Sistemas Estatales de Salud, contrastando con un 50% que buscó atención en el medio privado. ¡Uno de cada cinco mexicanos fue visto en consultorios adyacentes a farmacias (CAF)!
Esto último equivale a 350,000 consultas diarias que no son realizadas en el sistema público. En México el gasto de bolsillo llega a un escandaloso 48% (ideal 20%). Y más notable es que como consecuencia de las políticas federales, entre la población que utiliza los servicios públicos de salud también hay niveles: mientras que entre los derechohabientes del sistema de salud de Pemex o Fuerzas Armadas el gasto de bolsillo apenas llega al 17%, el mismo gasto para derechohabientes del IMSS-Bienestar supera el 50%.
Contrario a la narrativa oficial, esta utilización de infraestructura del sector privado no es la causa del fracaso del sistema, es un síntoma grave que debe ser atendido con urgencia, nuestro sistema de salud se encuentra en cuidados intensivos. No podemos imaginarnos el efecto que 10 millones de atenciones mensuales adicionales podrían significar para el sistema público de un día a otro.
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En México hoy se ha demostrado una prueba de concepto: los CAF y consultorios privados atienden miles de pacientes que prefieren estas localizaciones por comodidad y eficiencia. Es cierto que la variabilidad de servicio e infraestructura y nivel de atención médica es significativa. Los números de ENSANUT 2021, sin embargo, nos muestran la gran oportunidad que existe para que el sistema público de salud haga eficientes sus operaciones sin tener que invertir en infraestructura ya existente.
Hoy en día ya funcionan más de 16,000 puntos de atención en el país. Los centros ya están ahí, los pacientes ya los utilizan. El gobierno federal debería buscar las alianzas con los expertos en cadena de suministro, almacenes, tecnología digital e infraestructura de conectividad para que en colaboración con las universidades se pudieran crear los nodos/redes de atención comunitarias poniendo al médico de primer contacto al centro de la operación clínica pero con un enfoque predictivo y preventivo.
El papel rector del gobierno federal en el financiamiento, la normatividad y la rendición de cuentas con sistemas anticorrupción infranqueables serían la vuelta de timón que el sistema de salud necesita.
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Notas del editor:
Esta columna es parte del serial 'El futuro de la salud' de Health Café.
Fernando Castilleja es médico internista y experto en Medicina de estilo de vida e innovación en Salud. Profesor de la Escuela de Medicina del Tec de Monterrey desde hace 20 años. Co-founder de NuupHealth y CEO de Genethic Services. Mentor Endeavor, McCombs Business School en UT Austin, HealthIDS y Nodos Binacionales de Innovación de CONACYT. Síguelo en @FCastillejaMD y/o en LinkedIn .
Juana Ramírez es fundadora, CEO y Chairwoman de Grupo SOHIN. Presidenta de la Fundación Guerreros. Emprendedora Endeavor. Presidenta del Consejo Directivo de la Asociación de Emprendedores de México. Autora de la iniciativa “Medicina con M de Mujer”. Maestra universitaria en la UP y el IPADE Business School. Síguela en @JuanaSohin y/o en LinkedIn .