Entre dichas barreras está la insuficiencia de información (y en ocasiones el acceso a esta), así como la falta de transparencia de los datos para apoyar la toma de decisiones informadas, de parte de los estudiantes y de los empleadores. Además, de la carencia en la modernización de las prácticas de contratación y en la formación de los candidatos, específicamente en lo relativo a las pocas opciones de programas de educación basados en competencias.
Y por supuesto, también tenemos la barrera digital o tecnológica en la región. Con o sin pandemia, cada vez es más importante la incorporación de la innovación y tecnología en nuestro día a día. En la educación, el desarrollo de habilidades y capacidades no es la excepción.
Sobre lo anterior, un referente obligado en el continente de política pública que toma en cuenta las necesidades de los estudiantes y de los empleadores es el sistema estadounidense llamado Learning and Employment Record (LER, por sus siglas en inglés), que es básicamente un registro digital e innovador de aptitudes escolares y laborales vinculadas a individuos con el fin de optimizar la búsqueda de oportunidades educativas y de empleo.
LER se creó con la idea de que los estudiantes, y por supuesto, los trabajadores merecen poseer una herramienta dinámica y permanente de sus experiencias y logros de aprendizaje y trabajo que pueda verificarse de manera segura y al instante y compartirse directa y fácilmente con las instituciones educativas y los empleadores.
A través de dicha política pública, el mercado estadounidense aprovecha herramientas tecnológicas a su disposición para impulsar la igualdad de oportunidades y la movilidad social de los estudiantes que recién entran al mercado laboral.