Sin embargo, al momento de egresar de la universidad o el bachillerato técnico, las y los jóvenes enfrentan múltiples obstáculos para ingresar al mercado laboral o encontrar oportunidades de desarrollo profesional. Sin duda, se trata de una asignatura pendiente que no solo trae consigo problemas sociales, sino también es un riesgo para el crecimiento económico, ya que representa la exclusión de una fuerza de trabajo y producción enorme.
Así, en primera instancia no es un secreto que, al reclutar, muchas empresas solicitan perfiles altamente capacitados y, sobre todo, buscan que el aspirante cuente con una amplia experiencia profesional. De entrada, esto podría parecer razonable, pues el correcto funcionamiento de un negocio precisa de personal competente y experimentado.
No obstante, con este tipo de requerimientos súper exigentes, se deja a un lado, a priori, a la gran mayoría de los jóvenes cuya edad imposibilita disponer de una experiencia de al menos cinco años en un determinado nicho de mercado.
En cambio, las empresas que tienden a apostar por el talento joven -como un buen número de start-ups tecnológicas- muestran resultados muy favorables en cuanto a productividad y crecimiento.
Considero que brindar oportunidades a perfiles profesionales menores de 30 años con habilidades blandas y competencias técnicas, representa un activo importante, así como una ventaja competitiva, pues estos elementos pueden imprimir vitalidad e ideas frescas al equipo de trabajo.
En el mismo orden de ideas, reclutar a jóvenes permite generar un arraigo temprano, y un sólido sentido de pertenencia hacia la empresa o institución. Además, la posibilidad de ascensos para ocupar cargos de responsabilidad cada vez mayores, supone una curva de aprendizaje significativa, que coloca al colaborador en una posición de conocimiento de los procesos y áreas laborales, útil para avanzar en la visión corporativa.
Otro aspecto por considerar es que, el fichar a gente joven en una empresa, se le puede acompañar en su proceso de capacitación y formación académica, potenciando su perfil. Por ejemplo, invertir en estudios de maestría o cursos de diplomado pagados por la compañía puede dotar al personal de herramientas trascendentales para aumentar las ventas, mejorar los procesos o expandir el negocio.
Desaprovechar el talento de las personas jóvenes es perder la posibilidad de construir equipos laborales plurales, dinámicos y altamente competitivos. Los líderes destacados, conscientes de ello, son más proclives a desempeñar el rol de mentores de los miembros menos experimentados del personal.
Me parece necesario romper paradigmas, según los cuales, las y los jóvenes tienen poco o nada que aportar, por lo que deben limitarse a escuchar y aprender. Cada individuo está llamado a marcar una diferencia, a través del empleo efectivo de sus cualidades y conocimientos.