Internet, que nació como un proyecto experimental del gobierno estadunidense para compartir información, en el presente funge como un bien básico para la comunicación en múltiples niveles. Gracias a esta tecnología disponemos de un universo inmenso de datos al alcance de un solo clic.
Internet es tan crucial para entender el mundo contemporáneo, que incluso se habla de esta plataforma digital como un derecho humano de última generación. Cada vez son más las personas conectadas a la web; el tren de la era digital avanza con fuerza.
Por su parte, las redes sociales como Facebook, Tik Tok e Instagram democratizan la capacidad de compartir ideas y opiniones. Ahora cualquiera puede expresar su punto de vista vía un tuit, un breve video, o la publicación de una imagen. Los más críticos discuten si estas redes realmente contribuyen a la sana socialización, o si, por el contrario, fomentan las conductas antisociales.
Y es que la tecnología digital ha revolucionado la manera de interactuar, trabajar y aprender. Por supuesto, hay ventajas importantes que nos ofrece la conexión a la red. Sin embargo, sería un craso error pasar por alto algunas cuestiones, por su sensibilidad y trascendencia. Hace falta hacernos ciertas preguntas.
¿Qué tan sano es que los niños más pequeños prefieran estar pegados a una pantalla antes que salir a jugar?, ¿estar tan inmersos en el mundo virtual nos ha hecho desconectarnos del mundo físico?, ¿sabemos diferenciar entre los datos verdaderos y la información falsa en una web tan saturada de contenidos?
El tema es que la tecnología digital ha impactado de modo tan acelerado y de manera tan contundente que pocas veces tenemos tiempo de reflexionar respecto de sus alcances, riesgos, y áreas de oportunidad. Somos tan dependientes de los teléfonos celulares, las computadoras y el Internet, que no podemos imaginar la vida sin ellos.
Hay regulación y normas para evitar que menores de edad compren cigarros o entren a apostar a un casino, pero prácticamente no existen restricciones para navegar en Internet, cuando es evidente que usar redes sociales y permanecer en línea largo tiempo también puede crear una adicción potente.
Las tecnologías digitales no son malas por sí mismas, es el uso inadecuado el que puede ser nocivo para sus usuarios. Por tanto, el primer paso para revertir tal amenaza consiste en estar conscientes de la problemática y el desafío que esta representa. La clave radica en promover el pensamiento crítico y la responsabilidad.